Carlos Quintáns
El pabellón de España, León de Oro en la Bienal de Arquitectura
ARQUITECTO
Junto a Iñaqui Carnicero, ha dirigido Unfinished, el pabellón que representa a España en la Bienal de Arquitectura de Venecia y que ayer ganó el León de Oro a la mejor participación nacional, galardón que hacía 16 años que no se obtenía.
Tras años de depresión motivada por la crisis, la arquitectura española fue ayer alcanzada por un rayo de optimismo: la XV Bienal de Arquitectura de Venecia distinguió el pabellón de España –titulado Unfinished– con el León de Oro, lo que lo convirtió en la mejor aportación nacional al certamen. España no ganaba desde el año 2000, cuando lo obtuvo con un pabellón cuyo responsable fue Alberto Campo Baeza.
“Es un reconocimiento –indicó Carlos Quintáns, comisario del pabellón junto a Iñaqui Carnicero– a los saberes, energía, entusiasmo y también el sufrimiento de los arquitectos
“Se reconoce el sufrimiento de los arquitectos en una situación muy difícil”, afirma el comisario
españoles. Constituye un rayo de esperanza y optimismo, porque prueba que juntos podemos superar una situación muy difícil”.
“Hemos recogido el trabajo de profesionales de toda España –aporta Iñaqui Carnicero– y hemos observado que se da una unidad de acción entre autores que han sabido lidiar con presupuestos muy ajustados; que saben también que, en el momento actual, a veces se trata más de intervenir sobre lo ya construido que de levantar edificios de nueva planta; y, en definitiva, que saben que con una actitud positiva y aguzando el ingenio se pueden vencer las dificultades de la crisis”.
El también arquitecto Patxi Mangado, coordinador general de la Bienal Española de Arquitectura, la Bienal Iberoamericana y el pabellón de España en Venecia, abundó en la misma línea al señalar: “Este premio acredita la capacidad de España para, en una situación crítica, generar muy buena arquitectura. España fue un país arquitectónicamente relevante en los años de las vacas gordas, y ha seguido siéndolo con las vacas flacas. Ocurrió algo similar en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, lo cual me lleva a pensar que la buena arquitectura está en nuestro ADN profesional”.
“Los jóvenes han logrado hacer buena arquitectura trabajando con la realidad, adaptándose al contexto y con medios muy sencillos –agrega Mangado–. En suma, todo esto nos enseña que no hay proyecto pequeño, que la importancia del proyecto no es proporcional a su tamaño, sino a la inteligencia con que se resuelve, que la buena arquitectura no ha dependido en España de la bonanza económica, sino del talento de los profesionales”.
Los otros grandes premios de esta bienal –que en esta edición tiene por comisario al chileno Alejandro Aravena– se fueron hacia Paraguay y Brasil. El estudio paraguayo integrado por Solano Benítez, Gloria Cabral y Solanito Benítez se llevó el León de Oro a la mejor intervención. Su obra es una monumental estructura de ladrillo, construida en el pabellón central de los Giardini, en la que resuenan ecos de Antoni Gaudí y de Rafael Dieste; una prueba de que con recursos sencillos y ambición se pueden materializar construcciones notables.
“La arquitectura española fue relevante en las vacas gordas... y ahora con vacas flacas”, dice Patxi Mangado
Por otra parte, el León de Oro a una trayectoria se lo llevó el brasileño Paulo Mendes da Rocha, autor de una arquitectura comprometida, de gran calidad, que constituye todo un manifiesto y un claro precedente ideológico de esta XV edición de la bienal, recién inaugurada bajo el lema “Reportajes desde el frente”.