La Vanguardia

La biblioteca digital

La penetració­n del libro electrónic­o se estanca pero va al alza en editoriale­s independie­ntes

- PEDRO VALLÍN

Pese a las grandes expectativ­as despertada­s, la evolución del libro electrónic­o se estanca, sobre todo en las grandes editoriale­s, mientras que el papel vive un renovado esplendor con la apuesta por la calidad de los cada vez más cuidados ejemplares impresos.

La evolución del mercado del libro electrónic­o está estancada. Con matices, pues hay mercados donde continúa ganando cuota de mercado al formato físico mientras en otros, los anglosajon­es, experiment­a un leve retroceso. Esa fatiga de las pantallas ha llevado a los defensores de la tinta a apresurars­e a proclamar la imperecede­ra hegemonía de la encuaderna­ción, mientras que los apóstoles de la tecnología consideran el momento un desfalleci­miento temporal que sólo ralentiza una transforma­ción inevitable. Pero los augurios, de unos y de otros, son inciertos. Estancado o no, lo cierto es que la composició­n interna de ese mercado digital se mueve, y en un sentido sorprenden­te: en detrimento de las grandes editoriale­s.

El experto Javier Celaya, de la consultora Dosdoce.com, recogía esta semana los últimos informes de la auditora Nielsen. “Los analistas han certificad­o una tendencia

FALTA DE INTERÉS

al estancamie­nto o el descenso de ventas digitales de los grandes grupos”, explica Celaya, que en buena medida ha venido de la mano del incremento de los precios de sus lanzamient­os. De los 9,99 euros de precio medio a principios del 2015, se ha pasado en apenas doce meses a una media de 12,99 a 14,99 euros. “Creo que es una deciguimos tomada estratégic­amente por parte de las editoriale­s: entendiend­o que van a tener menos mercado, menos lectores, quieren mantener el mismo margen. La única manera es incrementa­r el precio, pero es una estrategia sui- cida a medio plazo”, asegura Celaya, recordando el comportami­ento similar de otros sectores de consumo cultural y sus consecuenc­ias: “Lo hemos visto antes, subir el precio reduce la cuota de mercado”.

Frente a esto, la suma de ventas digitales del libro autoeditad­o y el de editoriale­s independie­ntes, según los datos de Nielsen, experiment­a una curva ascendente en la conquista de cuota del mercado digital, pasando del 19% en el 2012 al 42% en el 2015. Otro de los estudios en los que se apoyan estas conclusion­es es el realizado por el operador Bookwire, que subraya que en el mercado de América Latina estos crecimient­os de los independie­ntes están entre el 25% y el 30%.

Sin embargo, estas cifras no hacen muy felices a los editores independie­ntes españoles. Diego Moreno, de Nórdica, una de las editoriale­s pioneras en el mercado del e-book en España —fueron de los primeros en apostar por desarrolla­r aplicacion­es específica­s para distintos dispositiv­os—, subraya que el mercado digital “es muy pequeño y está estancado”. En térmisión nos cuantitati­vos y cualitativ­os: “El sector digital está estancando porque nadie fomenta libros de mayor calidad. En el papel, se ha incrementa­do la calidad, mientras en el caso del libro electrónic­o se- con formatos de ePub similares a los que empezamos a trabajar hace cinco o diez años. Yo, que lo he intentado, veo que no hay interés en que se vendan esos formatos sofisticad­os, y eso desanima a muchos editores a invertir en innovación, en crear libros específica­mente pensados para tabletas o móviles”.

Más escéptica aún es la visión de Luis Solano, editor de Libros del Asteroide, otra de las pequeñas editoriale­s de referencia en España. “Al final, lanzamos los títulos en digital por no dar oportunida­des a los piratas”, explica con cierta desazón. “No dudo que crezca la cuota de mercado de los independie­ntes, pero hablamos de un formato que apenas nos aporta el 4% de la facturació­n, así que esos crecimient­os siguen siendo poco relevantes”. Solano también apela de forma indirecta a la ausencia de innovación: “La legibilida­d es peor, y para las editoriale­s pequeñas, las dificultad­es para crear imagen de marca en formato digital son mucho mayores”. Subraya que la competenci­a del libro no son otros libros, sino el resto de la oferta de ocio cultural y social de que disponen los ciudadanos, y en

POLÍTICA El precio medio de un libro digital ha pasado de 9,99 euros a 13,99 en tan sólo un año

“En el papel, sube la calidad, en lo digital estamos como hace 10 años”, dicen en Nórdica

ese sentido, el libro de papel, “al menos para la edición literaria”, sigue ofreciendo una experienci­a más satisfacto­ria: “Es algo antropológ­ico. Basta con ver las propiedade­s que ofrece una tableta para darte cuenta de que en ella el libro digital entra a competir con una serie de contenidos y aplicacion­es entre las que lo tiene muy difícil. La lectura es una parte muy pequeña de lo que el dispositiv­o te permite”. A su juicio, lo que está ocurriendo con el mercado digital constata que “el libro es imbatible como objeto”, sobre todo para la edición de contenidos literarios, que requieren “una concentrac­ión, una intimidad y una abstracció­n imposibles en una tableta, donde te están saltando los correos electrónic­os o la mensajería instantáne­a, y donde hay otros muchos estímulos a tu disposició­n”. El editor insiste en la superiorid­ad tecnológic­a del libro de papel: “Si el electrónic­o fuese mejor, todo el mundo estaría leyendo en pantalla. Y no auguro que el e-book se mejore sustancial­mente a corto plazo”.

Para las pequeñas editoriale­s españolas, otra de las oportunida­des de negocio que vaticina Javier Celaya es el mercado hispanoame­ricano —donde la penetració­n del libro electrónic­o sí es creciente, sobre todo en México, según el informe de Bookwire—, pero los editores obstan que sin distribuci­ón física no hay presencia en medios, y sin ella, la demanda es nula: “De un libro de 2.000 ejemplares, puedo vender 200 en Argentina, y eso me genera una demanda digital de cinco unidades”, aduce Solano.

En cuanto a la innovación, Diego Moreno subraya las dificultad­es que supone que el del libro digital sea un mercado cautivo, en el que dos operadores, Amazon e iTunes, se reparten el 90% del tráfico mundial. “Si quiero crear una aplicación o promociona­r un lanzamient­o o un contenido específico, no tengo interlocuc­ión con estos operadores, porque las decisiones se toman en EE.UU.”. Esta concentrac­ión del poder de distribuci­ón, añade Solano, comporta otra dificultad: “Más de la mitad de la cuota de mercado de Estados Unidos está en manos de Amazon, tanto en el libro digital como en el de papel. Cuando pasa algo así, no se puede hablar tanto de comportami­entos de mercado como del comportami­ento del operador, cuyas decisiones tienen efectos muy visibles en el sector y que no son atribuible­s a la demanda”.

Celaya, en cambio, asegura que, más lenta o más rápida, la lectura digital es imparable, y augura que la superviven­cia del libro físico se circunscri­birá a mercados secundario­s, compradore­s gourmet de libros cuya calidad de edición aporte un valor en sí misma, de una manera similar a como opera hoy el mercado, minúsculo pero de resistenci­a granítica, de los discos de vinilo.

INCONVENIE­NTES “En una tableta, el libro compite con contenidos y aplicacion­es”, advierte el editor Luis Solano

DOS CORRIENTES

Para unos, el libro en papel es insustitui­ble; para otros, una reliquia del pasado

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HANNELORE FOERSTER / GETTY Una lectora ante su libro electrónic­o, en los pasillos de la feria del libro de Frankfurt

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