Iglesias y el abrazo de Anguita
La ley electoral fue concebida en 1977 para asegurar el predominio de dos primeros partidos (UCD y PSOE), garantizar la presencia de los nacionalistas catalanes y vascos en las Cortes y contener al Partido Comunista. La planta provincial castiga especialmente al tercer y cuarto partido en las circunscripciones menos pobladas, que son numerosas. Durante años, la bonificada “España vacía” ha frenado a la otra izquierda y ha taponado los intentos de reconstrucción de un partido centrista. Miquel Roca lo sabe bien.
La coalición Podemos-Izquierda Unida puede romper ese esquema, mediante una eficiente
suma de votos que le colocará en posición competitiva en la mayoría de las provincias. En diciembre, IU obtuvo 930.000 votos y sólo pudo conseguir dos diputados por la provincia de Madrid. Sumados a Podemos, sus votos entran en el mercado de los escaños y pueden trastocar el reparto de diputados la noche del 26 de junio. Este es hoy el mayor quebradero de cabeza de los analistas electorales.
La coalición acentúa el carácter izquierdista de Podemos y eso resta ambigüedad a un partido que quería atrapar a todos los descontentos. Julio Anguita abraza a Pablo Iglesias y le susurra: “Estamos en 1977”. La mayoría de los jóvenes votantes de Podemos no habían nacido aquel año y muy poco les interesan las viejas batallas de sus padres.