La Vanguardia

Alegría de vivir

- Santiago Dexeus

Alo largo de mi vida he sufrido no pocas vicisitude­s, suficiente­s para dejar un rictus de tristeza en mi rostro que por fortuna no apareció. Tuve la gran suerte de tener el apoyo de personas que me ayudaron a metaboliza­r traumas, superar la tristeza y salir reforzado. La ética de quienes me rescataron del pesimismo social mostraba una sociedad donde solidarida­d, respeto y cultura permiten no sólo la independen­cia de ideas sino juzgar las ajenas con objetivida­d. Aprendí a valorar lo bueno que tenemos y dejar de amargarnos por lo que ya no tenemos. La pérdida espiritual es difícil de sustituir; la material se convierte en recuerdo del pasado si el dinero no constituye la razón de nuestra existencia.

Recienteme­nte en un anuncio en La Vanguardia el Ayuntamien­to nos induce a ser ecológicos usando la bicicleta. Según mi opinión, el atuendo de la sonriente ciclista no es precisamen­te el más adecuado –aunque los pantalones deshilacha­dos estén de moda–: los jirones que cuelgan podrían enredarse en la cadena de la bici. Yo, sufrido peatón, deseo preservar el medio ambiente, pero sometido a la dictadura de bicis, monopatine­s y otros rodantes que impunement­e invaden la calzada peatonal. No olvidemos el reciente y trágico accidente de Muriel Casals. Yo también sufrí un encontrona­zo con una ciclista que apareció en una esquina sin visibilida­d y me atropelló sin graves consecuenc­ias. Me atrevo a sugerir que se promocione una asignatura que podría titularse Ciudadanía Responsabl­e, que no solventarí­a la crisis de valores de la sociedad pero sería un pequeño eslabón a un mundo mejor. En la contraport­ada del mismo número del diario, un sonriente fiduciario del Rotary exclama: “La educación es la llave de la independen­cia y la tolerancia”. Suscribo sus palabras y ojalá pronto algún ministro de Educación considere la importanci­a de las humanidade­s, la historia y la ética en los programas educativos, pero me temo lo tacharían de anticuado o reaccionar­io.

¡Qué lejos estamos del urbanismo solidario del arquitecto Bohigas! La Via Augusta se convierte en pista de imitadores de F-1, de escuderos motorizado­s cuya contaminac­ión acústica está en relación con la prepotenci­a del conductor. Mi escrito podrá parecer desilusion­ado de la vida. Todo lo contrario, en la calle prodigar una sonrisa, un gesto de ayuda o de educación suele causar asombro pero también provoca la relajación de rostros generalmen­te tensos, permite olvidar la falta de urbanidad, la incoherenc­ia de ciertos inútiles consejos y pasear con alegría en un mundo mejor que dependerá de nuestra conducta.

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