La Legión también existe
Exlegionarios de toda España se manifiestan para dar apoyo a la Hermandad de Barcelona y a las fuerzas de seguridad del Estado
La belga Greet Jaude observa entretenida la escena en la plaza Sant Jaume y mueve el cuerpo al ritmo de la música. Le atrae la colorida fiesta y, aunque no entiende la letra ni lo que le cuenta Antonio Pérez, caballero de la Hermandad de Barcelona, lo pasa bien. El hombre le muestra la cruz que luce en el pecho y le explica que los exlegionarios cuidan al Cristo, aunque les prohibieron pasearlo por l’Hospitalet en la procesión del Jueves Santo, y el Cristo les cuida a ellos. Y que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, trata de arrebatarles el local en el que se reúnen, en Sant Andreu.
La turista observa en silencio. No hay quien detenga el relato del legionario jubilado –“Siete años estuve en el Sáhara”–, cuyo nieto de once años, lamenta, no quiere saber nada de España. “Aquí prefieren a un musulmán que hable catalán que a un barcelonés que defienda a España”.
Greet sonríe y asiente con la cabeza, mientras Eva Vercammen, la amiga con la que ha llegado de vacaciones desde Bélgica, contempla fascinada al padre Custodio, enfundado en casi dos metros de sotana, explicar ante el entregado público que la libertad pertenece a cada ser humano, que “Dios nos hizo libres e iguales, y los responsables políticos no pueden imponer sus gustos ni sus programas ni sus aficiones”.
¿Sabes exactamente dónde estás? Greet, el cuerpo bailongo, festeja los gritos del padre Custodio “¡Viva el Cristo de la Buena Muerte, Viva España, Viva la Legión!” y el “¡Esto es un cura!” de un espontáneo. La joven responde sin dudarlo: “Es una manifestación por la independencia de Catalunya”. Una aclaración, susurrada en inglés al oído, le muda la expresión y la impulsa a agarrar a su amiga del brazo, interrumpir sus vítores a Euskadi y Catalunya e invitarla a seguir la ruta.
“He traído un bocadillo, cuando acabe el cura nos vamos”, anima a un colega un simpatizante. La cita ha sido un éxito, y los legionarios de Barcelona están felices de recibir el apoyo de sus hermanos de toda España. El presidente de la Hermandad, Jesús Cañadas, luce una camisa blanca impoluta con el pecho al descubierto, gafas de aviador, cabello engominado. Durante la marcha, que arranca de la plaza Urquinaona a las 12 en punto, al son de El novio de la muerte, parada frente a la Jefatura Superior de Policía y llegada estelar a la plaza de Sant Jaume, va cambiando la imagen. A medio camino se acomoda el gorrillo, al llegar a la plaza se desabrocha la camisa blanca y aparece, debajo, el uniforme de la Legión. “Es un honor inmenso estar aquí y que haya venido tanta gente de toda España. Queremos que sepan que en Catalunya hay otros colectivos y que se merecen el mismo respeto. Están machacando a los que huelen a España. Y en este momento de interculturalidad creemos que, más que nunca, hay que respetar”. Antes de marcharse, satisfecho, insiste: “Hacer justicia”.
El jefe de la Hermandad de Barcelona afirma que están machacando a los colectivos que huelen a España