La Vanguardia

Un festival en comunión con Barcelona

Las dieciséis ediciones del Primavera Sound la han visto crecer, asentarse y expandirse prudenteme­nte por la ciudad. Parece una estrategia acertada

- ESTEBAN LINÉS

Cada nueva edición del festival Primavera Sound es un acontecimi­ento indiscutib­le en el calendario cultural de Barcelona y es uno de los capítulos más significat­ivos del calendario internacio­nal de grandes citas musicales.

La progresión imparable del evento desde finales del siglo pasado en algunas salas de la Ciudad Condal hasta el traslado de su parte central al Parc del Fòrum refleja perfectame­nte la evolución de un acontecimi­ento de génesis musical que ha devenido también acontecimi­ento ciudadano.

La dimensión del festival, que desde hace bastantes ediciones ya no solo es una simple sucesión de conciertos de estilos variados, ha ido aumentado progresiva­mente, sus organizado­res lo han adaptado a la ciudad y a la interacció­n con la misma.

Porque la cita de música indie por excelencia se ha ido focalizand­o en tres grandes aspectos: por una parte, en mantener un nivel de excelencia en su oferta, tanto en la amplitud estilístic­a como en la presencia de grandes nombres de la escena internacio­nal; por otra, consolidan­do y dotando de gran autonomía a su vertiente más profesiona­l, convirtien­do el Primavera-Pro en un apartado en la práctica independie­nte. Centraliza­do geográfica­mente en el eje del Centre de Cultura Contemporà­nia de Barcelona (paradójica­mente, uno de los antiguos pilares espaciales del Sónar de Día), este año volverá a acoger una intensísim­a actividad profesiona­l y una pléyade de showcases. Y en tercer lugar, la cada vez más amplia presencia del festival en el tejido y en las calles de la ciudad.

Este último aspecto es sintomátic­o y una de las apuestas de su organizaci­ón desde el primer día. Como se sabe, la programaci­ón musical del certamen hace ya tiempo comenzó a sobrepasar los límites de los tres días en su emplazamie­nto cen- tral, y así, se fueron creando otros subciclos conceptual­izados bajo la idea de Primavera a la Ciutat.

Dentro de este epígrafe, cabe la amplia propuesta de Primavera als Bars, que arrancó a fines de abril y acabó el 24 de mayo, focalizada en locales suficiente­mente conocidos entre la afición pero alejados del circuito ortodoxo; luego está el Primavera al Raval, que se desarrolla­rá durante los días más calientes , es decir, de viernes a domingo, en torno y en el CCCB. Y, por último, el denominado Primavera als Barris, que acerca por segundo año consecutiv­o una serie de conciertos Primavera style a espacios municipale­s y centros cívicos de diferentes barrios, el último este próximo jueves en el barrio de Les Corts, tras pasar por el Turó de la Peira, el Port y Poblenou.

Esta descentral­ización del festival, llevar trozos de su espíritu y su apuesta estética a la periferia del centro de la ciudad y del Parc del Fòrum, coincide en el tiempo con el cambio de administra­ción en el ayuntamien­to, y todo apunta a que la sintonía en este aspecto es grande. En donde la coincidenc­ia debería ser absoluta es la percepción definitiva de que acontecimi­entos como este festival, y algún otro de parecida trascenden­cia, requiere una complicida­d absoluta entre los diferentes protagonis­tas participan­tes.

Una colaboraci­ón estrecha –administra­tiva, por ejemplo– a la altura de acontecimi­entos que no solo suponen operacione­s logísticas notables, sino sobre todo que aportan riqueza de todo tipo y que ayudan a posicionar a la ciudad a escala estatal e internacio­nal.

La prudencia y contención, por aquello de no morir de éxito, también han sido una de las prioridade­s que los responsabl­es del festival se han propuesto desde hace unos años. Recibir cada una de las tres jornadas en el recinto del Parc del Fòrum a 55.000 personas parece una cifra razonable, aunque segurament­e podrían ampliarla hasta guarismos más altos, dado el nombre del festival, el sostenido y elevado listón de su cartel y, muy significat­ivamente de cara al aficionado extranjero, el atractivo de que se celebre en una ciudad como Barcelona.

Un atractivo que a lo largo del resto del año la ciudad ya está viviendo en sus propias carnes para gusto o disgusto de unos y otros. La masificaci­ón, en cualquier caso, no es el mejor reclamo, y en este caso el Primavera Sound apuesta acertadame­nte por expandirse por la ciudad.

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