Un festival en comunión con Barcelona
Las dieciséis ediciones del Primavera Sound la han visto crecer, asentarse y expandirse prudentemente por la ciudad. Parece una estrategia acertada
Cada nueva edición del festival Primavera Sound es un acontecimiento indiscutible en el calendario cultural de Barcelona y es uno de los capítulos más significativos del calendario internacional de grandes citas musicales.
La progresión imparable del evento desde finales del siglo pasado en algunas salas de la Ciudad Condal hasta el traslado de su parte central al Parc del Fòrum refleja perfectamente la evolución de un acontecimiento de génesis musical que ha devenido también acontecimiento ciudadano.
La dimensión del festival, que desde hace bastantes ediciones ya no solo es una simple sucesión de conciertos de estilos variados, ha ido aumentado progresivamente, sus organizadores lo han adaptado a la ciudad y a la interacción con la misma.
Porque la cita de música indie por excelencia se ha ido focalizando en tres grandes aspectos: por una parte, en mantener un nivel de excelencia en su oferta, tanto en la amplitud estilística como en la presencia de grandes nombres de la escena internacional; por otra, consolidando y dotando de gran autonomía a su vertiente más profesional, convirtiendo el Primavera-Pro en un apartado en la práctica independiente. Centralizado geográficamente en el eje del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (paradójicamente, uno de los antiguos pilares espaciales del Sónar de Día), este año volverá a acoger una intensísima actividad profesional y una pléyade de showcases. Y en tercer lugar, la cada vez más amplia presencia del festival en el tejido y en las calles de la ciudad.
Este último aspecto es sintomático y una de las apuestas de su organización desde el primer día. Como se sabe, la programación musical del certamen hace ya tiempo comenzó a sobrepasar los límites de los tres días en su emplazamiento cen- tral, y así, se fueron creando otros subciclos conceptualizados bajo la idea de Primavera a la Ciutat.
Dentro de este epígrafe, cabe la amplia propuesta de Primavera als Bars, que arrancó a fines de abril y acabó el 24 de mayo, focalizada en locales suficientemente conocidos entre la afición pero alejados del circuito ortodoxo; luego está el Primavera al Raval, que se desarrollará durante los días más calientes , es decir, de viernes a domingo, en torno y en el CCCB. Y, por último, el denominado Primavera als Barris, que acerca por segundo año consecutivo una serie de conciertos Primavera style a espacios municipales y centros cívicos de diferentes barrios, el último este próximo jueves en el barrio de Les Corts, tras pasar por el Turó de la Peira, el Port y Poblenou.
Esta descentralización del festival, llevar trozos de su espíritu y su apuesta estética a la periferia del centro de la ciudad y del Parc del Fòrum, coincide en el tiempo con el cambio de administración en el ayuntamiento, y todo apunta a que la sintonía en este aspecto es grande. En donde la coincidencia debería ser absoluta es la percepción definitiva de que acontecimientos como este festival, y algún otro de parecida trascendencia, requiere una complicidad absoluta entre los diferentes protagonistas participantes.
Una colaboración estrecha –administrativa, por ejemplo– a la altura de acontecimientos que no solo suponen operaciones logísticas notables, sino sobre todo que aportan riqueza de todo tipo y que ayudan a posicionar a la ciudad a escala estatal e internacional.
La prudencia y contención, por aquello de no morir de éxito, también han sido una de las prioridades que los responsables del festival se han propuesto desde hace unos años. Recibir cada una de las tres jornadas en el recinto del Parc del Fòrum a 55.000 personas parece una cifra razonable, aunque seguramente podrían ampliarla hasta guarismos más altos, dado el nombre del festival, el sostenido y elevado listón de su cartel y, muy significativamente de cara al aficionado extranjero, el atractivo de que se celebre en una ciudad como Barcelona.
Un atractivo que a lo largo del resto del año la ciudad ya está viviendo en sus propias carnes para gusto o disgusto de unos y otros. La masificación, en cualquier caso, no es el mejor reclamo, y en este caso el Primavera Sound apuesta acertadamente por expandirse por la ciudad.