La revolución sexual
Pese al aumento de diputados progresistas, el nuevo hemiciclo queda muy dividido
El nuevo Parlamento iraní está llamado a marcar el futuro del aperturista presidente Hasan Rohani, que aspira a la reelección, y entre sus 290 diputados hay por primera vez más mujeres que clérigos.
El Parlamento constituido este fin de semana en Irán está llamado a marcar el futuro del Gobierno de Hasan Rohani, que espera presentarse a la reelección la próxima primavera. Y así lo enfatizó el presidente en el discurso inaugural, en el que pidió a los 290 parlamentarios que colaboraran para disminuir el desempleo y dejar la inflación en un dígito.
“Ya no podremos vender fácilmente petróleo a 100 dólares el barril”, reconoció el presidente Rohani y puntualizó que la manera de que la economía crezca el 8% estimado es atrayendo inversión extranjera. Rohani necesita con urgencia que la economía empiece a despegar después del levantamiento de las sanciones económicas a las que estuvo sometido el país. Pero la tarea no será fácil. Para agilizar este proceso, los nuevos integrantes del Majles –el Parlamento iraní– tendrán la responsabilidad de aprobar reformas que permitan corregir problemas como la corrupción o dar mayor claridad al sistema financiero.
Sobre el papel, Rohani tiene el Parlamento a su favor. Esta legislatura tendrá 17 mujeres, más que los clérigos, que sólo suman 16. Todo un récord. Y además, los delegados son mucho más moderados que los integrantes del anterior Parlamento –sólo el 25% de ellos lograron conservar su escaño–, pero eso no significa que el Gobierno tenga garantizado su respaldo. La realidad es mucho más compleja de lo que parece.
Tanto el bloque progresista como el conservador se han adjudicado la victoria. Los primeros calculan haber obtenido alrededor del 42% de escaños, lo que los dejaría con una mayoría relativa de 123 parlamentarios. Los medios conservadores, por el contrario, han llegado a hablar de que obtuvieron 126. A ellos se suman alrededor de 60 independientes cuya lealtad se disputan unos y otros.
Esta complejidad quedó en evidencia en la votación para elegir el presidente del Parlamento. El candidato reformista, Mohamed Aref, perdió frente a Ali Lariyani, que si bien ha sido un gran aliado del presidente Rohani, especialmente frente al acuerdo nuclear pactado con la comunidad internacional, pertenece a un sector conservador moderado. La elección de Lariyani, que tiene la capacidad de moverse con soltura entre todos los espectros políticos, es un duro golpe para los progresistas, que esperaban tener la voz cantante en el Majles.
La razón para esta confusión en el escenario político no es otra que el complejo sistema iraní donde los partidos son casi inexistentes. La mayoría de los candidatos se une a algunos de los bloques en que está dividido el espectro político –reformistas, moderados, conservadores o radicales–, pero eso no significa que actúen bajo la disciplina de partido. Y es bastante normal que cambien de bando.
Nadie olvida en Irán que la gran mayoría de los candidatos reformistas fueron descalificados por el Consejo de Guardianes para las elecciones al Parlamento y que la llamada “lista de la esperanza” presentada por el bloque reformista-moderado, que apoya las políticas de Rohani, tuvo que ser completada con candidatos conocidos por su pasado conservador. Muchos de estos políticos actualmente apoyan las reformas económicas del Gobierno, pero no la apertura social que prometió Rohani cuando fue elegido en el 2013. Sin embargo, el bloque progresista entiende que esta puede ser su última oportunidad para demostrar que puede liderar los cambios. Los reformistas tuvieron la mayoría en el Parlamento durante el gobierno de Mohamed Jatami –entre 1997 y el 2005–, pero fracasaron.
La mayor presencia de mujeres que clérigos tampoco garantiza nada, porque al final son ellos, los clérigos –y especialmente los más conservadores–, los que imprimen el pulso político del país. Esto quedó demostrado en la presidencia de la Asamblea de Expertos, cuyos 88 integrantes fueron elegidos en febrero. A pesar de que el grupo progresista logró 15 de los 16 escaños en Teherán, y tuvo un buen resultado en el resto del país, perdieron la dirección frente al ayatolá radical Ahmad Janati, que también dirige el influyente Consejo de Guardianes.
Y es que en los meses venideros se espera que el sector radical ponga en marcha sus herramientas para crear descontento en la población y cerrar el camino a la reelección de Rohani. En las últimas semanas la presión contra la sociedad se ha hecho mayor con persecución en fiestas y muchos más controles en las calles. Por eso la esperanza del presidente es que se reactive la economía, pero para eso necesita que el Parlamento trabaje de su lado.
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