Flores en las rejas
Hay flores en las rejas, al otro lado del solar; blancas, rojas, azules, amarillas. A pocos metros de los ramos, en un parque con césped, altos árboles y una fuente, se explica por qué están: hace 25 años, donde ahora hay un descampado, se produjo el atentado de ETA contra el cuartel de la Guardia Civil de Vic. Resultado: diez muertos; cinco de ellos menores de edad. En el parque estaban las autoridades, y también varios de los supervivientes de la masacre: el sargento Solís, que era el jefe de puesto; el guardia Barragán, transformado en icono del atentado por mor de una foto en la que carga con una niña; el guardia Madera, que ya sobrevivió a experiencias terroristas en el País Vasco. Hace un cuarto de siglo, pero el recuerdo está muy vivo entre los vecinos que enseguida bajaron a retirar escombros para recuperar supervivientes y descubrir cadáveres. La alcaldesa de Vic, Anna Erra, lo expresó: todo el mundo se acuerda de dónde estaba el día del atentado. Porque marcó una nueva línea en el terrorismo: los etarras vieron cómo los niños jugaban en el patio. Como María del Pilar, de 8 años; o Ana Cristina, de 10; o Vanessa, de 11; o Rosa María, de 14. A Francisco, de 17, la bomba le pilló estudiando. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, admitió que la sociedad no siempre ha sido justa con las víctimas del terrorismo y llamó a no olvidarlas, y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, les dijo que nunca estarán solos. En la reja hay flores en memoria de los que murieron. Al otro lado está el solar donde se levantó el cuartel, del que sólo queda la rampa por la que cayó el coche bomba. En el futuro aquí se levantará una biblioteca, donde se recordará permanentemente a los inocentes que perdieron la vida. Tal como dijo Anna Erra, allí donde hubo lágrimas, mañana habrá cultura.