Nueva estirpe en el trono
El ejemplar liberado debe mejorar la diversidad genética de los osos del Pirineo
Nueva estirpe en el trono del Pirineo, el último reino reconquistado por el oso pardo. La región pirenaica cuenta con un nuevo oso esloveno, liberado para ampliar la prole de Pyros, el macho que casi ha monopolizado la procreación de esta especie en la zona. El equipo técnico del proyecto PirosLife liberó el lunes con éxito, en el parque natural del Alt Pirineu, un nuevo oso pardo (Ursus arctos) procedente de una reserva de caza de Eslovenia. El ejemplar es un macho de entre nueve y diez años de edad, pesa 205 kilos y su nombre es Goiat. Fue soltado en Bonabé, en el valle de Isil (Alt Àneu, Pallars Sobirà), donde ya se mueve libremente. Acompañará a la treintena larga de osos que subsisten en los Pirineos centrales.
El traslado de Goiat fue controlado por el equipo formado por nueve personas. Lo capturaron, lo custodiaron y lo transportaron por carretera hasta que fue liberado en el parque natural. “El traslado se hizo en furgoneta, duró 18 horas y ha ido bien, pero no fue fácil capturarlo. Queríamos un macho joven y potente, de unos 10 años y más de 200 kilos, y, al final, lo conseguimos”, explica Ferran Miralles, director general de Polítiques Ambientals.
Goiat ha sido fichado para diversificar genéticamente el núcleo actual de osos del Pirineo, ya que casi todos los ejemplares que subsisten son hijos o nietos de Pyros, uno de los osos que llegaron procedentes de Eslovenia en el primer plan de reintroducción (1996-1997). A Pyros se debe en parte el éxito del programa de reintroducción. Pero tanto éxito no ha evitado los riesgos de consanguinidad. Pyros es el padre, el abuelo o el bisabuelo de casi todos los osos de la zona, lo cual tiene efectos negativos sobre el vigor reproductivo de la descendencia.
Pyros ya tiene 27 años, se acerca a la senectud, y tras haberse reproducido en 16 ocasiones con seis hembras y haber tenido 28 hijos conocidos, le ha llegado su jubilación. El único oso no emparentado con él, Balou, tuvo un solo hijo póstumo, en el 2015, con la hembra Plume.
Al nuevo oso, Goiat, se le colocaron emisores en los oídos, además de un collar emisor GPS, lo cual le permitirá ser localizado en todo momento y obtener información sobre sus desplazamientos, hábitos y comportamiento. “Inicialmente, conoceremos el punto exacto en que se encuentra cada 15 minutos. Desde que se soltó no se ha movido mucho. Observaremos en todo momento su proceso de aclimatación”, dice Miralles. A la liberación asistieron los alcaldes y presidentes de los entes locales de los municipios con presencia del oso pardo.
Los programas de reintroducción del oso han permitido salvar esta especie en el Pirineo, donde estuvo a punto de extinguirse en los años 90. Sólo quedaba un reducto en la zona atlántica (entre Francia, Navarra y Aragón), por lo que se desarrolló un proyecto Life, coordinado entre Francia y España, que comportó la liberación de tres osos. En 1996 se introdujeron dos hembras, Ziva y Mellba, y en 1997, un macho, en Pyros, todos procedentes de Eslovenia. Estos ejemplares se adaptaron y tuvieron tres cachorros. Y a ellos se unió cinco nuevos osos liberados por Francia en el 2006. Los animales no han tenido problemas de adaptación, aunque su variabilidad genética es baja.
El proyecto PyrosLife incluye
Los técnicos harán un seguimiento cada 15 minutos durante su primer periodo de aclimatación
medidas para fomentar la coexistencia entre el oso pardo y la ganadería extensiva –ovino, caprino, equino y vacuno– y con la apicultura; así como otras destinadas a la mejora de hábitats naturales y la educación y comunicación ambiental. De los 2,5 millones de presupuesto (el 75% de la UE), el 40% va a acciones encaminadas a favorecer esa coexistencia. Hay medidas para agrupar los rebaños, como forma de protección y de vigilancia cuando pastan ante la presencia del oso; se han contratado pastores para con- trolar y supervisar los animales en la montaña, y se han colocado vallados eléctricos para proteger las colmenas, entre otras acciones.
Sin embargo, la Unió de Pagesos (UP) volvió a rechazar la llegada del nuevo oso. “La gente está en contra. Lo vemos en las asambleas. El oso no es bueno. Quienes sufrimos las consecuencias somos nosotros”, dice Joan Guitart, su responsable de acción sindical en las comarcas de montaña. Este ganadero invoca los ataques que sufren las ovejas y los peligros que puede aportar el nuevo animal liberado. “Ha habido más ataques de los que dice la Administración”, afirma, antes de acusar al Govern de falta de transparencia.
Miralles replica las críticas diciendo que en los dos últimos años no ha habido ataques en el Pallars Sobirà, que la Administración paga las indemnizaciones y que incluso ha contratado una póliza de seguros para cubrir los posibles daños que causen las especies protegidas (oso, buitre e, incluso, el divagante lobo), en vez de los ganaderos. Así, si se causan daños, el pago se hará de manera más rápida.
La posición de UP irrita a los ecologistas. Lluís Toldrà, portavoz de Depana, acusó a este sindicato de “presionar sin fundamento técnico”, movido sólo por el interés de “acceder a unas ayudas que sólo están pensadas por los perjuicios reales y no por casos que ya se sabe que en general son más que dudosos”.
Miralles destacó hace unos días que el rechazo al oso se ha ido reduciendo y que, aunque hay personas reticentes, lo relevante es que existe un turismo rural que vive del oso y que se crean centros de interpretación, “pues se ha descubierto que este es un gancho atractivo. Conservar la biodiversidad y el desarrollo local son factores que van juntos”.