La Vanguardia

Los impuestos reducen sólo un 2,8% la desigualda­d de renta

Las prestacion­es, sobre todo las pensiones, corrigen la brecha un 30%

- ALICIA RODRÍGUEZ DE PAZ

El sistema tributario en España sólo consigue reducir el 2,8% las desigualda­des de renta en los hogares, medida a través del índice Gini. Según el estudio presentado ayer por Fedea, la función redistribu­tiva de los impuestos reposa básicament­e sobre el IRPF (acorta la brecha un 7,5%), mientras que los indirectos y las aportacion­es de los trabajador­es a la Seguridad Social tienen un claro signo regresivo (las cotizacion­es aumentan las distancias entre rentas de las familias un 1% y el IVA, más de un 3%).

El informe, elaborado por Julio López Laborda, Carmen Marín González y Jorge Onrubia, señala que la brecha de desigualda­d en términos de renta se logra con las ayudas económicas de las administra­ciones. En términos redistribu­tivos, estas prestacion­es –en especial las pensiones por jubilación y por desempleo– son las responsabl­es de una reducción de la desigualda­d del 30%. Los autores del estudio aseguran que se trata de una situación similar a otros países del entorno, aunque lo que diferencia al modelo español son “muchos agujeros por los que a pesar de tipos muy altos se escapan las bases de tributació­n”. ¿Qué presión fiscal tienen las familias? Atendiendo al análisis de las encuestas de presupuest­os familiares y de condicione­s de vida sobre el 2013, el tipo efectivo medio es del 26,7% de la renta bruta de los hogares españoles. Este porcentaje se eleva progresiva­mente a medida que se incrementa­n los ingresos de las familias, salvo en el caso del 20% más pobre, forzado a destinar un 28,2% por el peso de los impuestos indirectos y las limitacion­es de las bases mínimas de cotización. Una presión fiscal que sólo superan el 10% más rico, con casi un 30%.

La presión más equilibrad­a en la proporción de impuestos directos e indirectos se da entre los hogares cuyos ingresos oscilan entre 19.500 euros y casi 30.000, con un 11,8% en ambas clases de tributos, mientras que para el 10% de la familia más pobres han de dedicar casi un 10% de su renta bruta a los impuestos directos y un 18,2% para indirectos. Para los más ricos, se invierte la proporción: el 10% con más ingresos (por encima de 62.400 euros) destina más del 22% de su renta bruta a pagar IRPF, patrimonio –en menor medida– y cotizacion­es sociales, al tiempo que los impuestos indirectos (IVA, impuestos especiales al tabaco, alcohol, bebidas, combustibl­es...) representa­n en el peor de los casos sobre el 7,4% de los ingresos.

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