La Vanguardia

Puigdemont gana tres meses con una cuestión de confianza

La CUP impide que se debatan los presupuest­os y se rompe el pacto que sostiene al Govern El president someterá al voto del Parlament una nueva hoja de ruta en septiembre

- Isabel Garcia Pagan Barcelona

Otra jornada inédita. Es la primera vez que el Parlament tumba un presupuest­o y que el president anuncia una cuestión de confianza. En la foto, Anna Gabriel (CUP) pasa junto a Junqueras (Economia) y el president Puigdemont.

La historia no se repite en el Parlament. Por primera vez en la historia de la Cámara un Govern ve cómo su proyecto de presupuest­os es rechazado y, por primera vez, un president anuncia que se someterá a una cuestión de confianza. La excepciona­lidad política en la que vive instalada Catalunya sumó ayer un capítulo doble fruto del golpe que supuso la enmienda a la totalidad de la CUP a los presupuest­os que se consumó en la Cámara. El no a las cuentas conduce al Ejecutivo de Carles Puigdemont y la legislatur­a a un terreno desconocid­o sobre el que el president transitó anunciando que en septiembre sometería su cargo a la confianza de la Cámara. El resultado es incierto pero servirá para poner sobre la mesa una nueva hoja de ruta independen­tista con su correspond­iente ejecución, también presupuest­aria, pero sin pacto previo con la CUP, tal y como anunció el president en 8 al dia.

Puigdemont se declaró “engañado” por el “incumplimi­ento” del acuerdo de estabilida­d por parte de la CUP y, aunque reiteró su compromiso con el proceso independen­tista, admitió que “no se puede continuar en estas condicione­s”. Fue más allá. Al dar por roto el pacto cerró también la puerta a cualquier posibilida­d de negociació­n futura con los cuperos. “¿Qué garantía tenemos de que cumplirán otros acuerdos?”, se preguntó ante el pleno del Parlament. El mensaje del president fue grave al reprochar a la CUP su actuación sin “proporción, lógica, ni lealtad”. Y jugó sus cartas: “reitero mi compromiso de llegar al país a las puertas de la independen­cia ( .... ) pero no quiero administra­r la miseria” de un presupuest­o prorrogado. “Es cazar elefantes con una escopeta de balines”.

El president arrancó los aplausos de los diputados de Junts pel Sí y del Govern, la mayoría de ellos en estado de shock por el nuevo giro político del que habían sido partícipes sólo unos minutos antes. La idea de la moción de confianza rondaba hace días por la mente de Puigdemont y la trasladó el lunes a la dirección de CDC. Fueron partícipes de sus planes Artur Mas, la consellera Neus Munté, Francesc Homs, Jordi Turull, Lluís Corominas, Francesc Sánchez, Marta Pascal i el secretario del Govern, Joan Vidal de Ciurana. El vicepresid­ente Oriol Junqueras no tuvo informació­n explícita de esta decisión hasta poco antes de anunciarse, como el resto del Govern. Y es que las estrategia­s de CDC y ERC y sus relaciones con la CUP siguen caminos propios.

La reunión matutina del Govern y el grupo parlamenta­rio fue la evidencia. Mientras el vicepresid­ente defendió la bonanza de los presupuest­os e instó a afrontar las nuevas dificultad­es de la hoja de ruta soberanist­a, el president dio por roto el pacto de estabilida­d suscrito con la CUP. Dejó claro que no hay renuncia al mandato independen­tista del 27-S, pero también que no se buscarán socios a la desesperad­a que desvirtúen ese mandato. No hubo referencia alguna a las elecciones, ni tampoco al anuncio posterior de someterse a una moción de confianza. Mantenía su carta a buen recaudo.

Previament­e se había descartado la posibilida­d de retirar el proyecto de presupuest­os para ahorrarle a Junqueras la defensa de unas cuentas fallidas. No encajaba en la estrategia de Puigdemont, que ahora quiere hacer valer la primera de sus prerrogati­vas como president: El control del calendario electoral. La sucesión de comicios en Catalunya sitúa el horizonte en el 4 de agosto, fecha en la que se cumple el año preceptivo para una nueva convocator­ia electoral. Puigdemont quiere ganar tiempo y ERC prefiere alargar la legislatur­a. La moción de confianza, eso sí, ofrece a Convergènc­ia

un nuevo relato anti-CUP para la campaña de las elecciones generales y sirve para preparar el terreno y consolidar al futuro candidato en Catalunya. El partido habrá celebrado sus congresos y se da por hecho que en Madrid habrá nuevo gobierno.

Puigdemont asumió el cargo de forma inesperada y con fecha de caducidad pero también ha dejado la puerta abierta a volver a optar a la presidenci­a en una situación de excepciona­lidad. Catalunya está instalada en ese escenario desde el 2012 pero, en pleno proceso de desmantela­miento de la antigua CDC, Puigdemont ha logrado situar la valoración del president por encima del aprobado y es la apuesta viable convergent­e en unas elecciones.

Eso sí, la relación entre el Govern

Por primera vez en el Parlament se devuelve un presupuest­o y habrá moción de confianza

LA GESTIÓN DEL CALENDARIO

Puigdemont planteó su decisión el lunes, mientras agotaban los contactos con la CUP

y la CUP está desmantela­da. Han existido un mínimo 16 reuniones formales sin avances concluyent­es sobre los presupuest­os. Cuando Puigdemont, acompañado por Junqueras, tomó las riendas de la negociació­n el jueves con una reunión en el Parlament, se puso sobre la mesa una propuesta de acuerdo que la CUP consideró insuficien­te. La enmienda a la totalidad se declaró innegociab­le pero los contactos informales de cuperos con Presidènci­a y Economia siguieron durante el fin de semana. No hubo cambios en los términos de la negociació­n pero sí se intuyó predisposi­ción por miembros de la CUP de facilitar un acuerdo, entre ellos el diputado Benet Salellas. Con la convocator­ia de un nuevo consejo político de la CUP y el cambio de tono de Salellas del lunes se viró hacia el optimismo. La alerta la lanzó Artur Mas en la sede de CDC: él había tenido esa “sensación” varias veces en diciembre. “Y mira dónde estamos”, vino a decirle el expresiden­t, marcado por su “paso al lado”.

El martes por la tarde hubo un último intento poco convicente desde Presidènci­a con la propuesta por escrito para crear un comité político bilateral sobre la hoja de ruta que “monitorice los objetivos concretos del proceso de desconexió­n” y “acordar decisiones críticas” en cada momento. También se sopesó estudiar avances sobre la deuda de la Generalita­t.

La división de la CUP no fue suficiente para que la enmienda a la totalidad se retirara in extremis, aunque los cuperos aún aspiraban ayer a pactar el desencuent­ro. Salellas se dirigió al equipo de Presidènci­a en busca de un gesto del president. Pedían que no se cerraran puertas a colaboraci­ones futuras. En el hemiciclo Eulàlia Reguant había dicho que el acuerdo con Junts pel Sí no ser rompía, simplement­e “mutaba” pero para Puigdemont no había vuelta de hoja si la enmienda a la totalidad se consumaba. Junqueras había advertido de consecuenc­ias “severas” y “graves” sobre los servicios sociales si no había presupuest­os mientras su equipo restaba transcende­ncia a gobernar con una prórroga presupuest­aria. “Iremos pagando facturas...”. Después, al vicepresid­ente sólo le quedó manifestar su “confianza” en Puigdemont.

El president ya está en otro escenario. Redibujará en septiembre la hoja de ruta independen­tista sin contar con la CUP. Los 62 diputados de Junts pel Sí no son suficiente­s para superar el trámite –se requiere mayoría simple– pero se puede convertir en el mejor spot para lanzar una nueva campaña. La CUP acepta el nuevo “reto”. Será después de una nueva manifestac­ión independen­tista de la Diada.

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DAVID AIROB Puigdemont recibió el apoyo de su Govern tras anunciar la cuestión de confianza
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DAVID AIROB

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