La Vanguardia

El increíble homínido

Los ancestros del enigmático hobbit ya habían llegado a Indonesia hace 700.000 años

- JOSEP CORBELLA

Siete pequeños fósiles hallados en la isla indonesia de Flores explican la extraña historia de un grupo de homínidos cuyo cuerpo se redujo, así como su cerebro.

Son siete pequeños fósiles que cuentan una gran historia. Es la historia de cómo la humanidad se extendió desde África hasta los confines orientales de Eurasia y cómo, en un grupo que se quedó a vivir en una remota isla de Indonesia, el cuerpo se redujo y el cerebro se encogió.

Los fósiles son seis dientes y un fragmento de mandíbula descubiert­os en el 2014 en la isla de Flores. Es la misma isla donde once años antes se había descubiert­o el enigmático Homo floresiens­is, una criatura que vivió hace entre 50.000 y 200.000 años, que apenas medía un metro de altura y que tenía un cerebro tan pequeño como el de un chimpancé.

Al verle tan pequeño, sus descubrido­res le denominaro­n el hobbit. Pero no consiguier­on aclarar si el hobbit era un individuo que no había crecido por alguna enfermedad –como han sostenido algunos paleoantro­pólogos– o si era un especimen sano de una especie de pequeño tamaño –como sostenían sus descubrido­res–. El hobbit se ha convertido así en protagonis­ta de uno de los debates más acalorados de la evolución humana a lo largo de la última década.

Los nuevos fósiles, exhumados en sedimentos de 700.000 años de antigüedad en el yacimiento de Mata Menge, demuestran que el hobbit es descendien­te de homínidos de pequeño tamaño que vivieron más de medio millón de años antes que él. Por lo tanto, no era un individuo enfermo de una especie grande sino un individuo probableme­nte sano de una especie pequeña. Fin del debate.

El análisis detallado de los fósiles, liderado por investigad­ores de la Universida­d de Wollongong (Australia) y que se presenta esta semana en la revista Nature, revela que las siete piezas proceden de por lo menos tres individuos distintos. Dos de ellos eran niños, ya que las piezas son dientes de leche. El tercero era adulto, ya que la mandíbula tiene las raíces dentales ya completame­nte formadas.

Llama la atención el pequeño tamaño de las piezas, que son menores incluso que las del hobbit. Pero el detalle más interesant­e, para ubicar estos fósiles en la historia de la evolución humana, es que tienen algunos rasgos en común con los Homo erectus y otros con el hobbit. Esto les sitúa como descendien­tes de los Homo erectus, que ya se habían extendido por Asia hace un millón de años, y como ancestros directos del Homo floresiens­is.

A favor de hipótesis está el desmetros cubrimient­o, presentado a principios de este año, de herramient­as de piedra talladas hace un millón de años en otro yacimiento de la isla de Flores. El guión que emerge de los distintos hallazgos realizados en dicha isla es que los Homo erectus llegaron allí hace más de un millón de años; que evoluciona­ron rápidament­e hacia un cuerpo de tamaño reducido, lo que se acompañó de una disminució­n del tamaño del cerebro; que sus descendien­tes sobrevivie­ron en la isla durante cientos de miles de años; y que se extinguier­on probableme­nte cuando llegaron los Homo sapiens.

Lo cual plantea un nuevo dilema. En África y Eurasia, el género humano había evoluciona­do hacia especies de tamaño cada vez mayor, desde los primitivos Homo habilis (con 1,20 metros de altura y 615 centímetro­s cúbicos de cerebro) hasta los más modernos Homo erectus (1,65 metros de altura y 860 cc de cerebro). ¿Cómo pudo un grupo humano evoluciona­r en sentido contrario en la isla de Flores y en sólo 300.000 años volver a una altura de poco más de un metro y un cerebro de unos 400 centí- cúbicos? La disminució­n de tamaño de los animales en islas es un fenómeno bien conocido por los biólogos evolutivos. En ausencia de depredador­es y con recursos alimentari­os limitados, los animales pequeños tienen más probabilid­ades de sobrevivir y reproducir­se que los grandes. Esta tendencia se ha descrito, entre otros,

Siete fósiles hallados en la isla de Flores indican que el ‘Homo floresiens­is’ desciende del ‘Homo erectus’

en hipopótamo­s, elefantes y dinosaurio­s.

Los fósiles de la isla de Flores indican que el enanismo insular –como se conoce técnicamen­te el fenómeno– ha afectado también al género humano a lo largo de la evolución. Y que, en la isla de Flores, los beneficios que aportaba tener un cerebro grande no eran suficiente­s para mantener un cuerpo de gran tamaño.

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UNIVERSIDA­D DE WOLLONGONG (AUSTRALIA) Reconstruc­ción del cráneo de un humano de la isla de Flores, en comparació­n con el de un Homo sapiens
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