La CUP afronta dividida los próximos meses de legislatura
Los cuperos se sienten “corresponsables” y no “culpables” de los hechos
Fueron el centro de atención mediática, pero ayer los diputados cuperos esquivaron todo contacto con los periodistas en los pasillos del Parlament. Sus caras eran circunspectas. De hecho, la división que se evidencia (reconocida por los propios anticapitalistas) votación tras votación en la CUP también es patente en sus representantes en la Cámara catalana. Muestran unidad de acción, pero a pesar de no tener derecho a voto en la reunión del consejo político más el grupo de acción parlamentaria (GAP) de anteayer, la mayoría de diputados se decantaban por retirar la enmienda a la totalidad a los presupuestos. Según fuentes de la CUP, sólo tres –Anna Gabriel, Mireia Vehí y Eulàlia Reguant– habían apostado por mantenerla.
No obstante, la negativa a retirar la enmienda a la totalidad tuvo un efecto rebote: la cuestión de confianza a la que someterá al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, vuelve a tensionar a los cuperos y a colocarlos en una situación comprometida, ya que la CUP, en caso de denegarle el apoyo, tendrá que justificar su voto junto con el PP o Ciutadans. Un nuevo desafío que volverá a abrir debate entre la militancia y volver a colocar a la candidatura de unidad popular en una situación límite.
La cuestión de confianza cogió por sorpresa a los de la izquierda alternativa independentista. El diputado Joan Garriga hizo autocrítica al afirmar que la CUP se siente “responsable y corresponsable, pero no culpable” de la situación y que desde esta corresponsabilidad afrontarían la decisión del presidente. Pero él también sorprendió a los diputados cuando aseveró que “los hechos [la decisión del consejo político] han cogido una relevancia más importante” de la que esperaban.
Sin embargo, algunos ven la cuestión de confianza como una oportunidad de enderezar el camino. Así, la presidenta del grupo parlamentario de la CUP, Mireia Boya, que antes de conocerla había tuiteado “diría tantas cosas que no diré nada” justo después de la votación del consejo político, reaccionó positivamente tras ver a Puigdemont en el atril del Parlament anunciando la cuestión: “Confianza en Puigdemont, toda, ahora y dentro de cuatro meses. Por la independencia, vamos”. De manera parecida respondió el portavoz de la CUP, Albert Botran militante de Poble Lliure, organización próxima al acuerdo con JxSí: “Cuestión de confianza. Si de la desavenencia podía salir algo bueno es eso. Renovar el acuerdo según una hoja de ruta compartida”.
El gesto de Puigdemont fue visto por la parte más inclinada al acuerdo como una nueva oportunidad de rehacer puentes y establecer nuevas negociaciones. Igualmente, también permite a los cuperos exigir más condiciones, como un referéndum unilateral de independencia. Pero tal como señalaba un destacado miembro de la CUP, “lo único que hemos conseguido con el liberarnos del pacto de estabilidad es ganarnos la desconfianza total de la ciudadanía”, a la vez que admitía al acabar el consejo político del martes que “hoy por hoy estamos más cerca de la escisión que nunca, pero no se producirá, porque las cosas se magnifican en caliente”.
Sin embargo, el liderazgo de Anna Gabriel, abiertamente contraria al pacto con JxSí, en la CUP es indiscutible. Además, las dos últimas votaciones de gran trascendencia, la investidura de Mas y la retirada de la enmienda a la totalidad, han terminado con victorias del sector que orbita alrededor de Endavant –organización a la que pertenece Gabriel– con el desempate decisivo de las entidades afines a la CUP. Todo ello puede dificultar que Puigdemont supere la cuestión de confianza.
Boya y Botrán (CUP) ven en la cuestión de confianza al presidente una ocasión para “renovar el acuerdo”