La Vanguardia

Cazar elefantes con escopeta de balines

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En el momento en que Artur Mas claudicó ante la CUP y dejó la presidenci­a de la Generalita­t empezó la agonía de Convergènc­ia, del Govern y del proceso soberanist­a. Por ese orden.

El pacto con los antisistem­a dejó a Convergènc­ia sin discurso, al Govern sujeto al albur de una fuerza política poco fiable y al proceso bajo la falacia de que contaba con 72 diputados cuando en realidad eran 62. Recurriend­o al símil que empleó ayer el president Carles Puigdemont, se ha intentado cazar elefantes con escopeta de balines.

La ruptura del acuerdo abre la guerra electoral: la del 26 de junio y la de las próximas catalanas. Para Convergènc­ia, deshacerse de la CUP supone soltar lastre. El candidato a las generales, Francesc Homs, lleva ya un tiempo con ganas de desprender­se de esa rémora y recuperar el discurso de partido de orden. Convergènc­ia ha vivido un año de vaivenes por mor del proceso soberanist­a: alianza con ERC, renuncia del líder y acuerdo con los anticapita­listas. Y en el partido cunden voces que reclaman resituarse ideológica­mente. Homs lo intentará en esta campaña. Habrá que ver si el giro es creíble en tan poco tiempo.

De hecho, el golpe de efecto de Puigdemont, que anunció ayer que se someterá a una moción de confianza en septiembre, puede desmontar otra vez esa estrategia. Ahora que Convergènc­ia cree que ha logrado endosarle la culpa del atasco del proceso a la CUP, con la moción de confianza deja abierta una rendija para que los cuperos se reenganche­n al primer plano de la política catalana. ¿Qué pasará si la CUP da su apoyo al president en septiembre?, ¿volverá a someterse Convergènc­ia a las exigencias de los antisistem­a?

Para ERC, el objetivo es endosar la culpa del colapso de proceso soberanist­a a CDC y la CUP. Junqueras se ha cuidado mucho de presentars­e como el único que ha intentado que el pacto de estabilida­d no se rompiera. El 26-J se verá si cala ese mensaje. Esta campaña va a abrir las hostilidad­es entre CDC y ERC. Y sus diferencia­s serán cada día más evidentes.

El proceso soberanist­a sufre así un revés crucial cuando aún no se conoce quién ocupará la Moncloa y con qué apoyos. Los grandes partidos que concurren a las generales pueden pensar que, efectivame­nte, algunos en Catalunya salieron de caza demasiado ufanos para su escaso pertrecho. Y en Madrid pueden tener la tentación de arrinconar aún más el problema catalán. Sería otro error.

CDC y ERC se lanzan el 26-J a un pulso que se recrudecer­á una vez encallado el proceso

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