Elogio de la inverosimilitud
El otro día, en no sé qué tertulia deportiva, oí que el gran valor de Muhammad Ali había sido su verosimilitud. No sólo como deportista, sino como hombre y como personaje. Te lo creías, incluso en sus contradicciones. Y eso lo diferenciaba de los deportistas de hoy, que sólo te crees cuando juegan. No sé si con los tiempos que corren la verosimilitud es un mérito o más bien una pega, pero justo antes de empezar la campaña electoral, me pregunto si hay algún candidato que sea un poco verosímil. Al margen de ideologías o de gustos personales. De los últimos tiempos, quizás David Fernàndez ha sido el político más verosímil, sobre todo si lo comparamos con los cuperos actuales, a quienes les pierde la vanidad. Jordi Pujol también me parecía muy verosímil, e incluso me lo sigue pareciendo ahora, a pesar de toda la comedia. De los candidatos de estas elecciones no sé qué decir. Creo que Albert Rivera se esfuerza tanto en ser verosímil que no lo resulta nada. Algo parecido le pasa a Pablo Iglesias, pero con una ventaja a su favor: lo arreglaría sólo cortándose la coleta. A Tardà y Rufián me los creo más como pareja que individualmente, supongo que porque cuando se juntan veo aquella contradicción, por lo menos estética, que tanto ayuda a la verosimilitud. Francesc Homs me parecía tan verosímil como portavoz del Govern como inverosímil me parece como candidato. Pedro Sánchez (de quien nunca me sale el nombre), curiosamente, no me parece un político especialmente inverosímil. ¿La razón? Ni idea. Sólo se me ocurre que el hecho de ser tan alto y guapo con relación a los otros le hace sufrir y este padecimiento (aunque aquello que le hace sufrir seguramente sea otra cosa) lo dota de una cierta verosimilitud. Xavier Domènech me parecería bastante verosímil si no fuera por su inteligencia. ¿Qué hace alguien tan inteligente en política? Posiblemente, sin embargo, el más verosímil de toda la tropa sea Rajoy, y creo que no hablo irónicamente. Tiene gracia, Rajoy. Fijaos. Yo pienso que tiene tan asumida su inverosimilitud (a diferencia de la CUP) que eso le ha permitido relajarse y convertirse en uno de los políticos europeos más auténticos y verosímiles del momento.