Asuntos muy domésticos
El monumento franquista y los ‘bous’ apenas tendrán repercursión en la campaña
Pocos asuntos ebrenses han levantado tanta polvareda, dentro y sobretodo fuera de las Terres de l’Ebre, como la consulta del monumento franquista de Tortosa (Baix Ebre) y las agresiones a dos antitaurinas en la plaza de bous de Mas de Barberans (Montsià). Ambos conflictos, sobretodo el primero, tienen sus derivadas políticas. También los festejos taurinos, más cuestionados a raíz de la prohibición de las corridas en Catalunya. Pero ni el incómodo referéndum ni el debate acerca de los correbous van a convertirse en el Ebro, salvo sorpresa monumental, en temas de la campaña electoral. Los partidos saben que aquí tienen más a perder que a ganar y abogan por la prudencia, léase tacticismo político.
Pocas cosas provocan mayor indignación entre sus 182.000 vecinos que tener la sensación que desde Barcelona se quiere dirigir el rumbo de este complejo territorio, con identidad propia de sobras como para tener circunscripción electoral y con el sentimiento muy compartido de abandono y ninguneo. “Se vive como una agresión que viene de fuera, como una injerencia a los asuntos internos”, advierte una joven emprendedora tortosina. Sólo el agua del Ebro, obra y gracia de los planes hidrológicos del PP, ha saltado con éxito las fronteras.
En la presentación de la lista de CDC en Tarragona, que engloba al Ebro, Ferran Bel, su cabeza de lista al Congreso, preguntado sobre la repercusión que podría tener en las elecciones generales el dichoso monumento, aseguró que “es un tema muy en clave local”. Bel, alcalde de Tortosa, acaba de estrenar personaje del Polònia. El asunto, que movilizó sólo el 30% de los tortosinos, está perdiendo interés con rapidez. “Me gustaría decirte que el tema del monumento se mantendrá candente, pero ha pasado una semana y ya se habla poquito”, dice una popular activista ebrense.
Los únicos partidos que se desmarcaron del referéndum fueron la CUP, por considerarla una ofensa a la memoria histórica, y el PP, por razones opuestas. Los representantes de la CUP en el Ebro están rompiendo con lo que hasta ahora se ha dado por sentado en una región diversa y falta de oportunidades. A su lado otros jóvenes ebrenses de izquierdas se han atrevido a criticar sin tapujos que los ayuntamientos sigan blindando los bous o que una parte de la sociedad tortosina defienda el monumento. Los cuperos ebrenses son los únicos políticos que han pedido que los actos taurinos “se alejen de las fiestas mayores”. Los antitaurinos llegan siempre para denunciar desde Barcelona y los aficionados taurinos, en su casa, les reprochan que como forasteros no tienen ni voz ni voto para arremeter contra sus toros, sean ensogados o embolados.