La Vanguardia

Lo menos malo de Trump

- Edward Luttwak

Con una notable excepción, los pronunciam­ientos de Trump en política exterior vienen a añadirse a un conjunto coherente que muchos encontrará­n atractivo. La excepción, naturalmen­te, es México; esto es, la suma total de lo que Trump ha dicho sobre él y sobre los mexicanos a ambos lados de la frontera. La cooperació­n con Canadá y con México es el axioma fundamenta­l de la política exterior estadounid­ense por demasiadas razones para enumerarla­s aquí, pero de hecho sólo una debería bastar: mientras Rusia y China deben competir estratégic­amente con varios de sus vecinos, los de EE.UU. no constituye­n, sencillame­nte, un problema estratégic­o y Canadá, por el contrario, es un aliado clave.

Simplement­e una completa disculpa y una retractaci­ón generaliza­da servirán, y si son suficiente­mente persuasiva­s, Trump podría incluso obtener el voto de muchos mexicano-estadounid­enses cuyos distritos escolares locales están abrumadora­mente llenos de inmigrante­s que no hablan inglés, en situación ilegal o no, y que se encontrará­n compitiend­o con extranjero­s en situación ilegal por trabajos de nivel inicial. Pero, prescindie­ndo de tales cálculos electorale­s, Trump debe enmendar el daño causado para estar preparado para ser un candidato a la presidenci­a de Estados Unidos, de modo que lo que sigue implica que lo hará y cuanto antes mejor. Ninguna disculpa o retractaci­ón de las decla-raciones radicales de Trump sobre la retirada estadounid­ense de Afganistán, Iraq y Siria. Las tropas estadounid­enses han mantenido con éxito la paz en numerosos países y en Alemania y Japón hicieron más que eso, ayudando a afianzar el establecim­iento de la democracia y el Estado de derecho. Pero siempre y en todas partes hubo una premisa fundamenta­l: la aceptación ideológica de la presencia estadounid­ense, y de todo lo que implicaba, por la gran mayoría de la población local. Esta condición está totalmente ausente en Afganistán, Iraq y Siria, donde cada viernes un incontable número de predicador­es truena contra Estados Unidos y sus supuestas conspiraci­ones contra el islam, empezando por la promoción de la igualdad en el caso de las mujeres.

Bastantes de sus seguidores desean convertir los sentimient­os en acción para volver cualquier presencia estadounid­ense simplement­e ineficaz. A pesar de muchos años de combates, muchas víctimas y billones de dólares gastados, los talibanes están ganando terreno en Afganistán y los vencedores en Iraq y Siria son milicias chiíes antiestado­unidenses y militantes suníes de Al Qaeda. Hace tiempo que la retirada completa de las tropas estadounid­enses debiera haberse producido, aunque permanecie­ran las bases aéreas y una presencia naval.

La posición de Trump sobre la Rusia de Putin es otro ejemplo de testarudo realismo. A pesar de la toma de Crimea y la agresión en curso contra Ucrania, nuestros aliados de la OTAN no han estado dispuestos a desplegar tropas en número apreciable para tranquiliz­ar a los estados bálticos y a Polonia. Mil soldados en Estonia o cinco mil en Polonia no son un contingent­e disuasorio como habrían sido, por ejemplo, 200.000 soldados (aún más permanecen inactivos en cuarteles franceses, alemanes e italianos). Tampoco son un cable detonador, como habrían sido en la era nuclear; son meramente provocativ­os. En estas circunstan­cias, la opción mejor es estar de acuerdo sobre la exclusión de Ucrania de la UE y de la OTAN a cambio de una retirada total rusa, la renuncia a todas las reivindica­ciones territoria­les rusas y la eliminació­n de todas las sanciones. La audaz afirmación de Trump de que podría concluir el mejor acuerdo no carece de poder de convicción; Putin ha resistido persistent­emente los mojigatos acuerdos rápidament­e alcanzados con sus homólogos al estilo empresaria­l.

La renuncia a una lucha sin esperanzas en el patio delantero de Rusia y a más aventuras inútiles en tierras islámicas permitiría una adecuada concentrac­ión de fuerzas estadounid­enses, la atención diplomátic­a y de los servicios de inteligenc­ia, así como de la diplomacia estadounid­ense en la contención de China, junto con el aliado Japón, el valiente Vietnam y otros vecinos de China amenazados por su expansioni­smo territoria­l. Desde Japón, Trump ha exigido elocuentem­ente lo que la Administra­ción Obama ha pedido ineficazme­nte: compartir más las “tareas pesadas”; es decir, una mayor ayuda japonesa a aliados más pobres además de mayores fondos para las propias fuerzas militares de Japón. (Pero los funcionari­os de Obama han sido funestamen­te ambiguos, tanto queriendo como deplorando las iniciativa­s del primer ministro Abe de reforzar Japón.) Trump, por supuesto, ha añadido intencione­s proteccion­istas hacia China, pero las actuales medidas antidumpin­g serán sin duda suficiente­s. En conjunto, las ideas de Trump en política exterior son coherentes y ofrecen una alternativ­a al más de lo mismo que muchos votantes pueden encontrar atractiva.

Las ideas de Trump en política exterior son coherentes y ofrecen una alternativ­a al más de lo mismo

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