Ana Botín, entre las diez mujeres más poderosas
Ana Botín alcanza el décimo lugar en la lista ‘Forbes’ de las mujeres más influyentes del mundo
Se necesitan referentes de mujeres influyentes y con poder para abrir camino y hacer entender que estar en la cumbre no es cosa de hombres con algunas “excepciones”. Para crear cultura. Entre estas diez mujeres más poderosas del mundo que anualmente elige la revista Forbes, la española Ana Botín, presidenta del Banco Santander, ocupa este 2016 el relevante décimo puesto. Ha subido ocho escalones desde el pasado 2015 en una lista que encabeza la canciller Angela Merkel por sexto año consecutivo, seguida de Hillary Clinton, que ya ha hecho historia esta semana al ser la primera mujer candidata a presidenta de Estados Unidos.
La revista Forbes explica en su edición de este año que expresamente ha tenido que sacar de su elección a las celebridades (Angelina Jolie, por ejemplo, tenía su sitio habitualmente) para abrir paso al incremento de mujeres en puestos claves de decisión en el mundo.
Poder, según el criterio que se utiliza, debe entenderse aquí como la conjunción de cuatro elementos: dinero, presencia en los medios de comunicación, esferas de influencia e impacto de lo que hacen.
La revista especializada en el ámbito de los negocios y las finanzas destaca la trayectoria de Ana Botín desde que en el 2014 se hizo con las riendas del Santander tras la muerte de su padre, Emilio Botín. Una mujer, se indica, al frente de uno de los principales bancos de la eurozona y que ha introducido importantes elementos de innovación. Entre ellos cita su apuesta pionera en las transferencias rápidas a través de la divisa virtual Bitcoin. Pero se advierte también que dos peligros le acechan: Brasil y el Reino Unido, en vísperas del referéndum sobre el Brexit. Ana Botín fue consejera delegada del Santander en Gran Bretaña durante cuatro años y su labor fue reconocida por la reina Isabel II al ser nominada Dama Comandante de la Excelentísima Orden del Imperio Británico. Ella es la única española entre las 200 mujeres señaladas como las más influyentes del mundo.
Pero esto no es una cuestión de glamour sino de poder puro y duro. Poder político, económico, liderazgo en las empresas tecnológicas... Ellas son las reinas de la verdadera alfombra roja. Si Merkel ocupa el primer lugar, la misma revista ya aventura –y es obvio– que si Clinton llega a la Casa Blanca, ella encabezará a buen seguro el ranking del año que viene: es la primera mujer con opor- tunidades “creíbles” de liderar el mundo, se señala. Otra estadounidense, la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, aparece en tercera posición. Yellen, elegida por Barack Obama, ha sido la primera mujer en ocupar este cargo. Y precisamente de los primeros puestos del listado de Forbes sale su esposa, Michelle Obama.
La filántropa Melinda Gates, la consejera delegada de General Motors, Mary Barra; la directora del FMI, Christine Lagarde, y la directora operativa de Facebook, Sheryl Sandberg, aparecen también como referentes mundiales aunque sigue latiendo el problema de fondo. Pese a esta alfombra roja, aún son muy pocas, recuerda Forbes, las que están en las grandes cúpulas donde se toman las decisiones. Sus logros, se indica, son formidables en unos ámbitos laborales dominados tradicionalmente por los hombres. Pero las estadísticas señalan que sólo un 4% de las mujeres tienen el mando en las 500 empresas de Standard & Poor, mientras que las ejecutivas de estas empresas representan el 25%. Las 200 mujeres
Merkel encabeza la lista por sexto año consecutivo, y Clinton la sigue, a la espera de si “lidera el mundo”
más poderosas del mundo controlan unos ingresos calculados en cerca de un billón de dólares. La mayoría son estadounidenses, pero debe remarcarse la creciente influencia de las chinas, nueve de ellas situadas en esta elección. Entre ellas, Lucy Peng, ejecutiva de Alibaba; Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud; Peng Liyuan, primera dama de China, o Feng Ying Wang, directora ejecutiva de la empresa de coches china Great Wall.
Mujeres cuya fuerza va más allá del cargo que las acompaña, positivamente señaladas para recordar que el poder no es, o no debería ser, una cuestión de género.