La Vanguardia

¿Nos gusta el fútbol catalán?

- Joaquín Luna

Más allá del Barça...¿hay fútbol catalán? ¿Cómo se explica que Catalunya sólo tenga garantizad­os dos clubs en Primera la próxima temporada cuando el País Vasco tendrá cuatro y Madrid tres?

El sábado pasado fui a ver la última jornada de Segunda División en un bar de Calafell playa, provincia de Tarragona. Supuse que la media docena de clientes deseaban el ascenso del Nàstic. Hoy por hoy y Barcelona aparte, Tarragona tiene la afición y la ciudad de Catalunya más implicada en la suerte de su equipo, pese al tirón final de Girona con su club. Yo veo más futbolera a Tarragona que a Girona pero son apreciacio­nes, nada fiable, acaso por su perfil industrial y portuario. Quizás no sean grandes clubs pero no hay puerto de Europa sin equipo con solera: Nápoles, Southampto­n, Hamburgo, Marsella...

Un cliente del bar, perico y de Calafell, fue rotundo:

–Yo no quiero que suba el Nàstic, Todos son culés.

Al día siguiente, coincidí en la playa con un matrimonio maño que habían estado en otro bar de Calafell viendo la jornada, una de las más negras en la historia del Real Zaragoza. Otro cliente local –este seguidor del Barça– tampoco iba con el Nàstic:

–Yo no quiero que ganen. Hay mucha inmigració­n en Tarragona y si ascienden a Primera el Real Madrid jugará en casa.

El Nàstic demostró personalid­ad en la segunda mitad aunque saliera del Sadar con un 3 a 1, un resultado a medida del ambiente de las remontadas, algo que engancha mucho. Las remontadas son la alegría del

El Nástic está obligado a remontar: las remontadas son la alegría del pobre y no las inventó el Real Madrid

pobre, aunque en este país alguien pueda creer que fueran inventadas por el Real Madrid.

Tarragona se llenará el sábado en pos de la remontada, como Girona el domingo, pase lo que pase esta noche en Córdoba. Cuando veo estas jornadas de euforia que generan las promocione­s, con aficionado­s viajando en autocar, colas para retirar las entradas y esa camaraderí­a que sólo se da en el fútbol “de proximidad”, siempre me asalta la pregunta metafísica:

–¿Por qué en Catalunya hay tanta gente que da la espalda toda la temporada al equipo de su ciudad, su pueblo o su barrio?

Cada uno tiene su teoría. La mía es que el Barça atrae a un número muy elevado de seguidores que no tienen interés por el fútbol, colores aparte. El barcelonis­mo es espiritual y confunde: hay menos afición al fútbol de lo que parece en Catalunya. De ahí esas gradas deprimente­s en ciudades como Lleida, Sabadell, Girona, Terrassa o Palamós...

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