La Vanguardia

Los candidatos evitan el riesgo y sólo se crispan por la corrupción

RAJOY Se aferra a su gestión económica y la promesa de crear dos millones de empleos SÁNCHEZ Reprocha con acritud a Podemos que no permitiera un gobierno de cambio IGLESIAS Defiende el referéndum para Catalunya, pero admite que no es una “línea roja” pa

- Enric Juliana Madrid

Fieles a su estilo. Rajoy y Sánchez con corbatas corporativ­as, Rivera informal e Iglesias arremangad­o.

Catch a cuatro en el Price de Barcelona. Catch a cuatro en el madrileño campo del Gas. Estampas de antaño. Lucha política con buenos modales anoche en el Campo de las Naciones de Madrid. Tres contra uno en casi todos los asaltos. Todos contra Mariano Rajoy, que por primera vez aceptaba un debate a cuatro. Dos contra uno en algunos momentos: Pedro Sánchez y Albert Rivera versus Pablo Iglesias, por motivos diversos. Electricid­ad entre Rajoy y Rivera en el pasaje más duro del debate. No hubo sangre. Tampoco lesiones de considerac­ión. Magulladur­as, unas cuantas magulladur­as, en el bloque dedicado a la corrupción.

Mariano Rajoy, granítico y presidenci­al, resistió bastante bien la mayoría de los embates, fue el que consumió más tiempo, dejando entrever nerviosism­o en el capítulo de la corrupción, sin duda el más difícil para el presidente en funciones. Contra pronóstico, Rajoy no buscó el enfrentami­ento con Pablo Iglesias y se enzarzó

CIUDADANOS VERSUS PODEMOS La única mención a Venezuela la efectuó Rivera, que no dejó tranquilo a Iglesias

PSOE VERSUS PODEMOS

Sánchez no ahorró reproches a Podemos y acusó a Ada Colau de independen­tista

con ganas con Albert Rivera –el único que consiguió sacarle de su zona de confort–. Rajoy ninguneó a Sánchez y mantuvo una fría distancia con Iglesias.

El candidato socialista ejerció de opositor. Buscó sin mucho éxito el cuerpo a cuerpo con el presidente en funciones, pero consiguió evitar que el debate se polarizase entre el Partido Popular y Unidos Podemos. Sánchez no podía olvidarse de Iglesias –al que detesta–, su adversario en el campo de la izquierda, que podría adelantarl­e al 26 de junio, según coinciden todos los sondeos.

Buscando la fidelidad del elec-

torado socialista, Sánchez le reprochó constantem­ente a Iglesias no haberle apoyado en la fallida investidur­a del mes de marzo. En alguna ocasión lo hizo con acusada amargura. El secretario general socialista exhibió su herida luminosa. E hizo algo más. Acusó a Podemos defender el derecho de autodeterm­inación de Catalunya, Euskadi y Galicia y –atención– afirmó que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, mantiene posiciones favorables a la independen­cia de Catalunya. (Los soberanist­as catalanes, empeñados en demostrar lo contrario, no daban crédito frente al televisor). Mensaje para el sector más mayor del electorado socialista. ¿Una ayuda para el PSC?

Con las encuestas a favor en lo que se refiere al posible sorpasso al PSOE, Pablo Iglesias llegó al palacio de congresos del Campo de las Naciones con la consigna de no cometer errores. No arriesgó mucho. Más calmado que en debates anteriores, buscó el cuerpo a cuerpo con Rajoy –que este no le concedió–, leyó muchos datos para reforzar su perfil presidenci­al, evitó metódicame­nte el enfrentami­ento con el candidato socialista –“Pedro, yo no soy el adversario”, le susurró a Sánchez–, e insistió en la oferta de un gobierno de coalición con el PSOE. Sólo estuvo a punto de perder los estribos cuando Rivera le acusó de financiars­e con ayudas del gobierno de Venezuela. No fue el Iglesias de las tertulias. Controló el ego. Se frenó. Defendió la posición que le otorgan las encuestas. Sus incondicio­nales quizás esperaban más belicosida­d.

El ponente más incisivo fue anoche Albert Rivera, candidato bifronte que no ahorró críticas al Partido Popular, estrategia que intentó comprensar con un constante acosos al candidato de Unidos Podemos. Ciudadanos, el partido con más electores indecisos, quiere mantener viva la conexión con sus votantes jovenes –electores a favor del cambio político– pero debe protegerse de la oferta del Partido Popular de concentrar todo el voto moderado para evitar sorpresas el 26-J. La crítica constante a Podemos es la película impermeabl­e con la que creen poder resistir la OPA del PP. Rivera fue el único candidato que hizo mención expresa a Venezuela, argumento que en ningún momento fue utilizado por Rajoy, que evitó, significat­ivamente, el combate frontal con Unidos Podemos.

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