Sin correr riesgos
HUGH Grass, el personaje que interpreta Leonardo DiCaprio en El renacido, dice al final de la película: “Ya no tengo miedo a morir, eso ya me ha ocurrido”. Los cuatro principales candidatos a las elecciones generales podían haber repetido interiormente anoche las mismas palabras, porque ya vivieron el abismo de una convocatoria general hace seis meses, donde nadie ganó. En realidad, lo hizo Mariano Rajoy, pero no logró conseguir la mayoría suficiente para poder gobernar, que es otra manera de perder. El debate en televisión fue distinto al que vimos en diciembre porque en esta ocasión Rajoy no pasó el turno a Soraya Sáenz de Santamaría. Será la única vez en que los cuatro se verán las caras durante la campaña para contraponer puntos de vista y programas.
La democracia española necesita mejorar. Esta segunda vuelta electoral se ha superpuesto a las primarias estadounidenses, así que muchos ciudadanos hemos sentido sana envidia de la intensidad de sus debates. Democráticamente emocionante fue el cara a cara entre Hillary Clinton y Bernie Sanders, riguroso, intenso y duro. Los políticos españoles prefieren enseñarse individualmente en programas de entretenimiento. Así pues, no es que no les guste la televisión, lo que no desean es correr riesgos. Pero la política es arriesgar. Las encuestan calcan (más allá del plus por la suma de IU con Podemos) el resultado de las anteriores elecciones. “Virgencita, que me quede como estoy”, parecen decirse a sí mismos los candidatos. El debate empezó con la pregunta de si creen que habrá unas terceras elecciones. Iglesias dijo que no porque confía en una mayoría progresista. Rivera aclaró que, si depende de ellos, habrá gobierno. Sánchez respondió que si la gente quiere un cambio, irán a votar por sus siglas. Y Rajoy replicó que si todos se comprometen a dejar gobernar a la lista más votada, no habrá que repetir elecciones. Todo tan previsible como preocupante.