Caballero tocando el violín
JUAN CARLOS GIRAUTA Fue el espadachín andante de la españolidad en Catalunya
Es fácil imaginar a este hombre alto y recio, con estampa de entrenador de gladiadores, cubriéndose la cabeza con un casco y revistiéndose con la cota de malla. Es fácil imaginar al caballero Girauta alzando el hierro retórico contra el enemigo interior: el nacionalismo catalán. Gracias a su verbo contundente, curtido en mil tertulias, Girauta es cabeza de cartel catalán de Ciudadanos y protector principal de Rivera. Campeón de las estocadas dialécticas, Girauta se convirtió en el caballero andante de la españolidad en Catalunya. Usaba todo tipo de armas: el hacha retórica, el bramido de la indignación, el rayo jupiterino de la españolidad herida; pero nunca fue capaz de suscitar una sola emoción positiva. Nunca supo tejer una alianza, nunca fraguó el más mínimo consenso. Era él contra un mundo; y la gran fama de su lucha solitaria contra los infieles le llevó a la cúpula de Ciudadanos.
Los años han pasado, sin embargo. Ahora Ciudadanos, que aspira a ser mucho más que la antítesis del catalanismo, ha mutado: quiere pescar en aguas frías y calientes (incluido el lago del catalanismo moderado). Ahora C ‘s alza la bandera del consenso, idolatra a Suárez y encarna el compañerismo y la amistad. Ahora C’s es el partido de los amantes del pacto y el abrazo. ¿Qué hace un caballero de voz jupiterina y espada refulgente, encabezando la lista de un partido de gente anaranjadamente alegre, almibaradamente centrista, melosamente fraternal? Como el pulpo en un garaje, el andante caballero Girauta, mientras añora la sangre de las batallas, hace como que toca el violín y, refunfuñando, ensaya con aplicación el vals de la concordia.