La memoria acumula el efecto de una emoción positiva
Ya se sabía que una emoción positiva ayuda a recordar aquello a lo que se asocia. Por ejemplo, es más fácil que quede en la memoria lo aprendido en la clase de historia si el profesor o profesora explica de forma amena e interesante. Pero en el Institut de Investigació Biomèdica de Bellvitge, el Idibell, han dado un paso más allá: esa asociación positiva ayudará a recordar la historia en clases con profesores no tan estimulantes que se den en el futuro. “Una experiencia positiva del pasado favorece el recuerdo de todo el material relacionado que se nos presente en el futuro”, describe Javiera Oyarzún, investigadora del grupo de cognición y plasticidad cerebral del Idibell. “Y esa transferencia de valor, ese beneficio hacia memorias neutras –un profesor aburrido, por ejemplo– ocurre durante el sueño”.
Acaban de publicar los resultados de su investigación en la revista Neurobiology of Learning and Memory. En un ensayo, en el que han participado más de 90 personas, compararon el recuerdo de las imágenes vistas por un grupo de 36 personas a las que enseñaron fotografías de animales y de objetos inanimados. A la mitad les daban un premio (25 céntimos por foto) por cada animal y a otros, lo mismo por cada objeto. Y el recuerdo estaba claramente ligado al premio, como era de esperar. Pero a otro grupo le pasaron un test de memoria 24 horas después y le pasaron otras imágenes de animales y otros objetos. Sin ningún premio. Y el recuerdo fue claramente mejor hacia las imágenes de aquello por lo que les habían premiado el día anterior. “Recordaron mejor no sólo las imágenes recompensadas, sino también las de la misma categoría semántica”. Y el sueño, como demostraron con el segundo test, maximiza la consolidación de la memoria. “El sueño se encarga de que recordemos mejor lo que tiene un valor emocional, es el que hace esa transferencia de valor a las diferentes categorías semánticas”, explica la investigadora. “Por lo tanto podemos sesgar la adquisición de recuerdos presentes y futuros basándonos en la incorporación de contenido emocional”, apunta el investigador Luis Fuentemilla. Están pensando en su uso terapéutico.
Un profesor ameno condicionará el impacto de clases futuras, aunque sean aburridas