Prescriptores de cultura popular
Continúa, sensacional y minoritario, el viaje del cocinero Jamie Oliver en Jamie Oliver por Gran Bretaña (sábados, en La 2). A pesar del éxito y de los años que lleva dedicándose a la pedagogía culinaria informal y a la prescripción de los mejores alimentos, Oliver mantiene su curiosidad y siempre encuentra fórmulas para no saturar su insaciable apetito de novedades. En esta ocasión viaja por Gran Bretaña para visitar zonas determinadas (sábado pasado, el sudoeste; próximo sábado, Escocia) para invitar a cocineros locales descubrir sus recetas. Todos los tópicos sobre la mala calidad de la cocina británica son generosamente dinamitados por la abundancia de grandes ideas y de platos que invitan a devorar la pantalla. Las soluciones culinarias propuestas por Oliver son, a menudo, el reflejo de culturas fusionadas por el pasado colonial o por el presente de la inmigración, como vimos en el último capítulo. Oliver viaja en una especie de carromato con horno incorporado y organiza picnics ejemplares en los que, por coherencia con el carisma televisivo del personaje, se come más con las manos que con cubiertos. Las caras de satisfacción de los comensales, de pie y muy risueños, provocan toda la envidia del mundo. Y como ellos no pueden aplaudir porque tienen las manos ocupadas o los dedos pringosos, ya aplaudimos nosotros, encantados de ver que la felicidad todavía es posible.
Mercedes Cebrián acaba de publicar un libro indispensable para los amantes de la televisión en particular y de las series y la literatura en general: Verano azul, unas vacaciones en el corazón de la transición (Ed. Alpha Decay). Se trata de un ensayo sentimental sobre la nostalgia relacionada con la serie Verano azul, de Antonio Mercero, y, por extensión, de una revisión creativa y retrospectiva de un tiempo y de un país. Literariamente, el texto conecta con otras formas de introspección memorialista relacionadas con manifestaciones de cultura popular. Hay libros que diseccionan un partido de fútbol, una ópera, un concierto de rock, una canción o una película y, en esta línea, Cebrián aporta precisión y, a través de la visita a Nerja convertida en parque temático del veranoazulismo, comparte puntos de vista que, a pesar de ser irónicos, no rehúyen la reflexión sobre los excesos de la nostalgia, las identificaciones generacionales y la ambición formal de una crónica periodística. Involuntariamente, el libro tiene el acierto de situar Verano azul en una jerarquía de importancia que suele despreciarse, especialmente entre las hordas de neotalibanes de HBO, adictos a descubrir mediterráneos con una malsana frecuencia a cambio de ignorar la historia monumental y transgeneracional del género y del medio.
EL FÚTBOL, EN PELIGRO. Las imágenes de enfrentamientos violentos entre hooligans rusos e ingleses antes, durante y después de los partidos de la Eurocopa nos retrotraen a los peores años del siglo pasado, cuando el fútbol fue secuestrado por las actitudes mafiosas de una minoría impune. Ojalá los gobiernos intervengan para corregir la ineficacia de la UEFA, incapaz de entender el peligro que representan los violentos.
Las soluciones culinarias propuestas por Oliver son el reflejo de culturas fusionadas por el pasado colonial o la inmigración