No sabía que era imposible
NIL BOHIGAS (1958-2016)
La última vez que coincidí con Nil Bohigas fue durante un acto de homenaje para conmemorar el vigésimo quinto aniversario de la mítica ascensión que, junto con Enric Lucas, protagonizó en la cara sur del Annapurna. Era en el marco del Festival de Cine de Montaña de Torelló, y recuerdo que en el escenario pronunció una de esas frases que te quedan grabadas para siempre: “Escalamos el Annapurna porque no sabíamos que era imposible”. Aquella frase condensaba el espíritu de un tiempo y de una época que ha pasado a ser la más fructífera y brillante de la historia del alpinismo catalán. Una época que vio nacer, evolucionar y finalmente culminar la que creo que ha sido la mejor generación de alpinistas que ha dado nuestro país.
Podríamos decir que todos ellos protagonizaron la época dorada. Nuestra escalada y nuestro alpinismo vivieron una eclosión irrepetible, por los diversos factores que coincidieron en el espacio y en el tiempo. Hablamos de los años ochenta, y por una parte estuvo el establecimiento de la democracia y la entrada en Europa –con la estabilidad socioeconómica que eso comportó–, y por otra parte, aquellos jóvenes escaladores vivieron y protagonizaron la eclosión del alpinismo moderno, con toda la expansión técnica y deportiva que comportó.
Nil era uno de aquellos jóvenes que tuvo la suerte, el acierto y la motivación para vivir la era más estimulante del alpinismo en nuestra tierra. Hay que señalar que, ante todo y siguiendo una tradición muy catalana, todos ellos eran grandes escaladores. Formados mayoritariamente en Montserrat, vivieron una época frenética de nuevas aberturas por toda la geografía catalana. Yo, años más tarde, tuve el placer de repetir algunas de sus vías, como el distrito de las brujas ola nasti de plasti.
Todo aquel bagaje culminó años más tarde con lo que ha sido la época dorada del himalayismo catalán, con las primeras ascensiones catalanas en buena parte de los ochomiles y otras escaladas de gran dificultad y compromiso fuera de casa. Y fue precisamente en otoño de 1984 cuando una cordada muy joven, la formada por Nil Bohigas y Enric Lucas, escaló la cara sur del Annapurna en estilo alpino e inauguró una nueva ruta. Un hito, la ruta de los catalanes, que ha pasado a la historia del alpinismo mundial y que para las generaciones que vinimos detrás, se convirtió en el icono de un tiempo y de una época.
Nil participó también en la primera expedición que puso a los primeros catalanes en el Everest, y aunque él no llegó en aquella ocasión, pudo alcanzar la cima en el año 1988.
Más tarde se convirtió en el primer catalán que llegó al polo Norte magnético y el año 1991 hizo un intento muy serio también en solitario al polo Norte geográfico. Se convirtió así en el primer explorador ártico de Catalunya.
Personaje visionario, fue también uno de los pioneros del vuelo en parapente, y protagonizó un vuelo desde 7.300 metros durante la expedición al Everest de 1988. Y durante los años noventa, sembró la semilla de las actuales carreras de montaña y raids de aventura, la actividad empresarial que llevó a cabo hasta estos últimos años.
Nil era meticuloso y serio, y diría que eminentemente racional. Y fue, sobre todo, el primer verdadero aventurero moderno en nuestra tierra. Esté donde esté ahora, tiene que saber que lo que hizo y como lo hizo ha sido una fuente de inspiración y de motivación para todas las generaciones que hemos venido detrás. Y que este es el precioso legado que nos ha dejado para siempre. Ya nunca más pensaremos que nada es imposible.
Nil era meticuloso y serio, fue el primer verdadero aventurero moderno en nuestra tierra