El gran olvidado de la ‘Nouvelle Vague’
CHARLES BITSCH (1931-2016)
Ensu Dictionnaire du Cinéma, el crítico Jean Tulard apenas le dedica cuatro líneas y lo justifica porque “su vocación era más la de un técnico que la de un creador”. Director de la segunda unidad de rodaje, asistente de dirección, encargado de la fotografía, montador y también guionista y director ocasional, el francés Charles Bitsch murió el 27 de mayo a los 85 años, víctima de un cáncer. La noticia fue hecha pública por su esposa. La colaboración con cineastas fundacionales de la legendaria Nouvelle Vague, caso del aún superviviente Godard, podían haberle garantizado una carrera mucho más destacada, pero tampoco él parecía haber buscado ser reconocido artísticamente.
Nacido el 23 de abril de 1931, fue en los inicios de la década de los cincuenta cuando Louis Charles Bitsch empezó a dirigir algún cortometraje. Fue el caso de Les trois rendez-vous, donde en calidad de codirector figuraba otro principiante llamado… Philippe de Broca (1933-2004), futuro realizador de éxitos como Cartouche (1962) y El hombre de Río (1964), dos películas protagonizadas por JeanPaul Belmondo. Como Jacques Rivette (1928-2016) y otros, Bitsch encontró en la Cinemateca Francesa el mejor refugio para cobijar sus sueños. Al igual que Truffaut o Chabrol escribirá críticas en la emblemática revista cinematográfica
Cahiers du Cinéma y trabajarán para que estalle una revolución fílmica. Invirtiendo el dinero de una herencia familiar, Claude Chabrol (1930-2010) es el primero de estos jóvenes indomables que en 1959 consigue estrenar una de las películas fundacionales de la Nouvelle Vague, titulada El bello Sergio, en la que incluso aparecen como actores secundarios el propio Chabrol y Philippe de Broca.
En marzo de 1960 es el emblemático y siempre rebelde JeanLuc Godard quien inicia su influyente andadura con la imprescindible Al final de la escapada (À bout de souffle), indudable obra maestra protagonizada por Belmondo y Jean Seberg. Por su parte, Bitsch escribe y dirige en 1969 su primer largometraje, titulado Le dernier home y adscrito al género de la ciencia ficción. Pero siempre quiso quedarse en segundo plano y a lo largo de su trayectoria profesional fue amigo y profesional de confianza de Godard, colaborando en películas suyas como Los carabineros (1963), El desprecio (protagonizada por Brigitte Bardot en 1963) o Lemmy contra Alphaville (1965). También colaboró activamente con el ya mencionado Claude Chabrol y con el no menos mítico realizador Jean-Pierre Melville (1917-1973) en Dos hombres en Manhattan (1959) o El confidente (1962).