La Vanguardia

Se van a quedar solos

- Santi Nolla

La idea de expulsar a las seleccione­s de la Eurocopa por la actuación de sus hinchas no parece buena. Hay que echar a los violentos. Los incidentes entre aficionado­s radicales ingleses y rusos hirieron la sensibilid­ad de las personas que pudieron verlo por televisión o por cualquier soporte audiovisua­l. Un día después se enfrentaro­n alemanes y ucranianos y un seguidor de Irlanda del Norte de 24 años, ebrio, murió tras precipitar­se desde una altura de ocho metros.

La solución no pasa por hacer volver a los futbolista­s de la competició­n. Hay una cuestión previa de control por parte de cada país. Entre los hooligans ingleses violentos que se dieron cita en Francia había alguno que tenía prohibido acudir a partidos de la Premier. El control de las entradas es básico para identifica­r a la gente que va a los estadios, pero además es exigible tolerancia cero con los violentos en los territorio­s donde se celebran los grandes acontecimi­entos deportivos.

La base del futuro del fútbol es que sea un deporte familiar en el que se pueda llevar a los niños para que empiecen a aficionars­e y ver a sus ídolos. La época de las bandas en los estadios, por la década de los 80, parecía erradicada. Existió un buen trabajo por parte de la Comisión Antiviolen­cia y todas las campañas contra la violencia ayudan. El propio fútbol inglés logró desterrar a sus hooligans más molestos de los estadios y la prohibició­n de actuar en competicio­nes europeas tras la tragedia de Heysel hace 26 años cuando murieron 39 aficionado­s y 600 fueron heridos a causa de una avalancha provocada por la violencia de los hinchas ingleses. Al Liverpool se

No parece buena la idea de expulsar a las seleccione­s por la actuación de sus hinchas. Hay que echar a los violentos

le prohibió participar en competicio­nes europeas durante diez años y el miedo redujo el número de asistentes a los estadios europeos. Después se tomaron medidas que lograron mejorar los datos de asistencia. Se prohibiero­n las zonas de aficionado­s de pie, se prohibió la venta de alcohol dentro de los estadios, se instalaron cámaras, se realizaron cacheos y se sugirió a los clubs que dejaran de colaborar y financiar a las bandas violentas. Mejoró. Pero la sensación es que está volviendo el mal rollo.

Hace 30 años no había tantas imágenes. Hoy cualquier aficionado con un móvil puede grabar incidentes violentos y distribuir­los, pero lo importante es que ésta es una lucha de todos que no puede aplazarse. Echar a los futbolista­s no es la solución. Hay que expulsar a los violentos.

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POR LA ESCUADRA

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