Las bolsas acentúan su caída a la espera de la reunión de la Fed
El nerviosismo por el ‘Brexit’ lleva al Ibex a dejarse otro 2,2%
Las bolsas volvieron a vivir otra jornada muy negativa en prácticamente todo el mundo en medio de la desconfianza ante los efectos de la política monetaria de los bancos centrales, las dudas sobre las entidades financieras y la incertidumbre derivada del referéndum británico sobre la permanencia en la UE que se celebrará dentro de diez días. El Ibex, que el 11 de febrero tocó fondo –7.746 puntos– tras dos meses consecutivos de desplome del precio del crudo, cayó ayer un 2,2% y cerró en los 8.303 puntos. Todos los valores acabaron el día en negativo, pero destacaron nuevamente y de forma negativa los bancos. Al margen del Popular (-4,2%) y su muy dilusiva ampliación de capital, los peores fueron BBVA y el Santander (ambos, -3,5%) y CaixaBank (-3,1%).
En Europa, los mayores focos de tensión son ahora mismo el Brexit y el BCE, con efectos igualmente perniciosos en la banca. La inestabilidad que seguiría a una salida del Reino Unido
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de la UE afecta a todos. En primer lugar, a las entidades financieras británicas. El índice bancario de la bolsa de Londres ha perdido un 18% en el 2016 y un 32% en los últimos doce meses. La libra cayó ayer a mínimos de dos meses frente al dólar. El resultado del referéndum tendrá consecuencias en el exterior. Fuera de las islas todo el mundo es consciente de la sacudida política que se avecina si el resultado no es el que esperan los mercados.
Sobre todo, porque, antes de que se conozca si el Reino Unido sigue en la UE, ya hay otras muchas incógnitas por resolver. En especial, en el terreno de la banca, que no sabe cómo ser rentable con tipos de interés en cero o negativo. Si a esta realidad se une el auge de la desintermediación –cuyo máximo exponente son las llamadas fintech o empresas de servicios bancarios o pseudobancarios por internet–, las entidades financieras tienen más motivos para estar preocupadas.
En Alemania, el país con más ahorro del euro, arrecian las críticas contra la política del BCE, cuyos bajos tipos penalizan a sus bancos y a los ciudadanos, que encuentran muchas dificultades para encontrar activos rentables. Ayer, el bund –el bono alemán a 10 años– vio cómo su rentabilidad volvía a coquetear con el temido 0%. Tocó el 0,012% y luego subió ligeramente. Este nivel de retorno es muy bueno para el Tesoro, pero pésimo para bancos y ahorradores. Por eso, economistas, banqueros y políticos exigen cambios.
La presión alemana incluye otros aspectos que, en teoría, deberían estar al margen de la polémica. Como muestra, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, insistió ayer en que se mantendrá el dinero en efectivo en un nuevo intento por calmar los miedos suscitados en Alemania tras el anuncio de la retirada de los billetes de 500 euros de la circulación por parte del BCE y la propuesta de algunos economistas de poner fin al efectivo.
“Este tipo de propuestas serían la respuesta errónea, totalmente desproporcionada a los desafíos en política monetaria en el límite del tipo de interés a cero”, afirmó durante un congreso del banco central en Fráncfort. Weidmann ve “el fin del efectivo como un instrumento nada útil para impulsar la política monetaria”. En su opinión, se trata más bien de fortalecer el crecimiento en la zona euro. El Banco Central Europeo (BCE) acordó a principios de mayo retirar de circulación el billete de 500 euros debido a su reputación de ser utilizado para transacciones ilegales en efectivo.
Con este panorama, no queda más que esperar. De entrada, a mañana, para ver qué decide la Reserva Federal sobre los tipos de interés y qué explica a los mercados su presidenta, Janet Yellen. Con el paso de los días se ha vuelto casi unánime el pronóstico de que en junio no pasará nada y que, en todo caso, será en julio cuando llegue la próxima subida de los tipos de interés, si la situación lo permite.