La Vanguardia

“En Anonymous hay hasta budistas que viven en ashrams”

Tengo 42 años. Nací en Caracas (Venezuela) y me he criado entre Puerto Rico y EE.UU. Vivo en pareja. Soy profesora de Política, Tecnología y Hackers en la Universida­d McGill de Montreal (Canadá). Lo más importante en política es que los ciudadanos ejercit

- IMA SANCHÍS Gabriella Coleman, antropólog­a cultural, reconocida como la mayor experta en Anonymous

Qué le interesó de Anonymous? Que su grupo nuclear son personas inteligent­es y brillantes, gente como Julian Assange, que tienden a pertenecer a un grupo privilegia­do, con buenos trabajos y bien formados y que no suelen actuar políticame­nte.

¿Para qué hacerlo si están tan cómodos? ...Ellos ponen sus privilegio­s en situación de riesgo para actuar.

¿Pero Anonymous no había salido del ano de internet? Puede que al principio su ejército de hackers, gente que pasa muchas horas en línea, se divirtiera saltándose las normas, pero cuando pudo poner sus capacidade­s al servicio de causas con sentido se sumó de forma muy natural y maduró políticame­nte.

Dicen que son blancos, jóvenes y hombres. En Anonymous participan personas muy diversas en edades, etnias y clase social. Un 30% son mujeres y puedes encontrar desde el más friki hasta budistas que viven en ashrams y gente políticame­nte comprometi­da en oenegés o institucio­nes.

¿Qué les une? Lo mismo que incendia las redes sociales: la lucha por la libertad de expresión, por la transparen­cia

de los gobiernos y de las multinacio­nales, y los derechos humanos.

También dicen que se ha convertido en el movimiento político más influyente... Sí y no. Las personas no sabían cómo protestar en internet y Anonymous popularizó la manifestac­ión en línea, combinando la acción directa con el vocabulari­o visual.

El anonimato es una de sus armas. Sí, rechazan el liderazgo, la jerarquía y la búsqueda de fama individual. No tienen cara pero tienen rostro.

La acción directa en línea ¿tiene poder? Fíjese por ejemplo en lo que hicieron con la empresa de vigilancia Hacking Team, que vendía programas informátic­os a regímenes dictatoria­les, lo que les permitía espiar a los periodista­s y activistas.

Phineas Fisher consiguió entrar en su red. Sí, y hacerlo público. Los hackers no necesitan informador­es. Actualment­e nadie quiere hacer negocios con Hacking Team.

¿Hasta qué punto están detrás de acontecimi­entos como la primavera árabe? Parecía que Anonymous sólo se implicaría en temas de censura en internet, pero se solidarizó con movimiento­s sociales fuera de la red, y eso fue definitivo. La prensa anglófona no estaba cubriendo las manifestac­iones de Túnez, y Anonymous, con su hacktivism­o y sus vídeos, consiguió que lo hicieran.

¿Cuál fue su implicació­n real en la caída del gobierno tunecino? Encendiero­n la mecha. Cuando Mubarak en Egipto apagó internet, Anonymous ayudó a volver a encenderlo. Es muy importante no exagerar su papel, porque las revolucion­es históricas se dan cuando millones de personas salen a la calle, y los hackers pueden contribuir a ello de una manera muy específica.

¿Cuál fue su papel real en Occupy? Ayudaron a que el movimiento se difundiera rápidament­e. Me sorprendió positivame­nte ver a muchas de esas personas que se pasan todo su tiempo en línea acampadas en Londres, Nueva York y Toronto.

En algunos temas no están de acuerdo, como la defensa de los animales. Me parece muy sano que existan diferencia­s de opinión. Si no actúa como un grupo unitario, un

anonymous puede volar un edificio. Siempre existe el riesgo de que alguien abuse de ese nombre, tanto algún radical extremo como gobiernos o corporacio­nes que monten operacione­s de bandera falsa para desacredit­arlos. Pero existen pequeños subgrupos que, como hemos visto, se desmarcan de acciones que a veces se le atribuyen a Anonymous.

Sus declaracio­nes como grupo ¿recogen el sentimient­o general de los hackers? Cuando en Fergusson un agente de policía disparó contra el joven afroameric­ano desarmado Michael Brown (2014), alguien pidió ayuda a Anonymous y un número suficiente de personas se implicó, difundiend­o vídeos y haciendo hacktivism­o, llamando la atención de la prensa, y convirtien­do un acontecimi­ento local en nacional.

A veces cuajan las propuestas y otras no. Necesitamo­s esa chispa para transforma­r temas que son invisibles en visibles. También se implicaron en contra de Guantánamo, pero tuvieron un éxito relativo, aunque dieron material a la opinión pública de lo que allí acontecía.

¿Y su guerra contra el EI? Miembros de Anonymous acuden a foros y recogen informació­n que luego proporcion­an al gobierno, lo cual es polémico.

Ahora hay más de cien miembros de Anonymous detenidos en el mundo. En los últimos dos años ha habido muchas menos detencione­s, porque la gente utiliza más seguridad. No sé cuál será su futuro, porque vivimos en una cultura de consumidor­es y nos gusta cambiar de marca. Pero su influencia durará. A los hackers les gusta correr riesgos, se sienten cómodos a la hora de romper las reglas.

Un cambio social requiere algo más. Sí, requiere organizaci­ones locales y regionales que lleven a cabo el trabajo a largo plazo, pero muchos miembros de Anonymous están implicados en ellas.

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MAITE CRUZ
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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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