Entre el fuego y las urnas
El no del Reino Unido a la UE se ha colado en el tramo final de las elecciones con una fuerza insólita en un acontecimiento exterior. Ayer fue un día para estar pendientes del desastre que se producía en los mercados, pero con un latiguillo que se podía escuchar en la calle: “… Y ahora, a ver lo que pasa el domingo en España”. Se decía con la misma prevención con que un campesino ve formarse una tormenta en el horizonte. Por una parte, se sueña con que un buen resultado electoral (el que sea) ayude a superar el estado de depresión en que nos sumió el Brexit. Por otra, se teme que un triunfo de la izquierda asuste todavía más a los inversores que ayer huían de los mercados
El Brexit, por tanto, aportó una importantísima dosis de dramatismo a este sábado de reflexión. Aunque en su declaración institucional Rajoy rechazó expresamente la palabra incertidumbre ,lo cierto es que la incertidumbre ya existente se agigantó. Ya no se trata sólo de que se consiga formar un gobierno estable, que las encuestas se niegan a anunciar; se trata de averiguar qué realidad (económica pura y sicológica) se tendrá que gestionar en un ambiente de la tristura; se trata de acertar con la fuerza política más eficaz para frenar las corrientes euroescépticas, quizá eurófobas, que crecerán en España y en el resto de la Unión. También por este motivo serán unas elecciones trascendentales.
Lo malo es que este factor de una Europa a la que se cortan sus alas de grandeza sorprendió a los agentes políticos españoles. Ningún debate de los celebrados en campaña se preocupó. Ningún partido ni líder lo incorporó a su discurso ni formuló la menor propuesta, aunque fuese preventiva, sobre el papel de España en una Europa sin el Reino Unido. Hubo una ausencia clamorosa de iniciativa y quizá de información. Hubo exceso de política de ombligo. Nadie pasó de agitar el fantasma del miedo y la perspectiva de una catástrofe financiera, que se alimentó a sí misma.
En estas condiciones, ¿favorece el Brexit políticamente a algún partido ante las urnas de mañana? Sólo habrá una forma de saberlo, que será la comparación de encuestas y votos efectivos. Desde luego, no va a provocar una movilización como la que siguió al 11-M. Pero importan mucho más las lecciones que el episodio deja a toda la clase política española. Se podrían expresar así: no menospreciéis los indicios de queja ciudadana por las imposiciones de Bruselas; atended a los sensores del malestar social, que al final de manifiesta en los votos; no reduzcáis Europa a una suma de intereses económicos, porque los pueblos necesitan sentimientos; estad preparados para el contagio que promoverá la extrema derecha y tendrá efectos demoledores; y pensad que una sola palabra mítica, independencia, mueve mucho más que la amenaza de ruina económica. Creo que de todo esto sabemos algo en España.
El ‘Brexit’ nos sumió en la depresión y aporta una gran dosis de dramatismo a este sábado de reflexión