Cinco incógnitas sobre el ‘Brexit’
El mundo cambia permanentemente, pero el cambio no siempre es gradual, va a sacudidas. Un buen día nos acostamos en un universo que nos parece previsible, conocido, y nos despertamos –como ayer– en otro que nos resulta desconcertante. La salida del Reino Unido de la Unión Europea nos lleva a una situación llena de incógnitas: entramos en tierra desconocida.
Con los parámetros de la política a la que estábamos acostumbrados, los británicos no habrían votado nunca a favor de salir de la Unión Europea. Pero tampoco Donald Trump sería el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, y ahí está. El resultado del referéndum me entristece mucho, pero eso no disminuye la admiración que siento por el pueblo británico y por sus políticos, a pesar de que la campaña no ha sido ejemplar. Aunque crea que se han equivocado, ¿quién soy yo para decirlo? Han hecho lo que han querido. Lo único que ahora les podemos exigir es que acepten las consecuencias y que contribuyan a minimizar el impacto negativo.
La digestión del resultado será larga. Esta es la única cosa de la que estoy seguro. El resto son incógnitas. Resumo algunas.
1. ¿Cuándo invocará el Reino Unido el artículo 50 del tratado? Mientras no lo invoque, no se iniciará la negociación para la salida y será como si el referéndum no se hubiera celebrado. David Cameron dijo durante la campaña que lo invocaría rápidamente. Pero ayer dijo que creía que era mejor que lo hiciera el nuevo primer ministro que salga de la conferencia del Partido Conservador a primeros de octubre. Uno de sus posibles sucesores, Boris Johnson, por su parte, dijo que no es preciso invocarlo. Durante la campaña ya lo había insinuado: no lo quiere invocar para poder negociar la nueva relación desde dentro de la sala, como un miembro más, y no desde fuera, y obtener así las mejores condiciones posibles. Es una táctica que el resto de la Unión no debería aceptar. Si el Reino Unido ha votado a favor de salir, debe salir. No se puede quedar a medio camino, porque la inestabilidad aún sería mayor.
2. ¿Querrá el Reino Unido seguir formando parte del Mercado Único? De los 650 diputados británicos, hay 450 favorables a seguir, pero los dirigentes partidarios del Brexit no están de acuerdo entre sí. Seguramente sería lo mejor para todos, porque el impacto económico de la salida sería más pequeño, pero las condiciones son duras: el Reino Unido deberá seguir contribuyendo al presupuesto comunitario y deberá aceptar la libertad de movimiento de personas, como hasta ahora. Es decir, que en buena parte será como si no saliera de la Unión. Con una humillación adicional: no podrá participar como hasta ahora en la elaboración de las normas que regulan el comercio dentro del Mercado Único, esta profusión normativa que tanto detesta. Las recibirá por correo electrónico y las tendrá que acatar le gusten o no.
3. ¿Qué pasará con Escocia? Después de escuchar a la primera ministra Nicola Sturgeon, no hay duda de que, si puede, el Partido Nacionalista Escocés convocará otro referéndum para la independencia. Pero no creo que lo hagan inmediatamente. Esperarán el momento que les parezca más propicio. Como el proceso de divorcio estará lleno de baches, no les faltarán oportunidades. Sin embargo, esto no garantiza que esta vez los escoceses voten a favor de separarse del Reino Unido. Todo indica que sí, pero podría haber sorpresas.
4. ¿Se cumplirán las predicciones sobre el impacto económico de la decisión de abandonar la Unión? Nadie duda de que las consecuencias económicas serán negativas, pero ¿hasta qué punto? ¿Y para quién lo serán más, para el Reino Unido o para el resto de la Unión? Y aún una pregunta más, quizás la más importante, ¿cómo reaccionarán los ciudadanos cuando vean que las advertencias de los expertos no eran gratuitas? Porque una cosa es desafiar al mundo en un referéndum y otra asumir después las consecuencias en términos de puestos de trabajo y de nivel de vida. Lo vimos en Grecia el año pasado y lo podemos volver a ver este.
5. Finalmente, ¿cómo acusará el golpe el resto de la Unión? La reacción lógica sería doblar la apuesta a favor de la unión política, pero en muchos países miembros no existe el apoyo necesario. ¿Habrá contagio? Marine Le Pen, en Francia, y Geert Wilders en los Países Bajos ya reclaman referendos similares. Si estos referendos se celebraran, podría haber un efecto dominó devastador. Creo que la Unión es mucho más fuerte de lo que pensamos, y si aguanta el golpe ahora estoy seguro de que saldrá fortalecida. Pero tiene que aguantar el golpe, y no será fácil.
Cada una de estas incógnitas daría para un artículo entero. Las he resumido porque creo que todas juntas dibujan muy bien la incertidumbre del momento. En todo caso, el proceso será largo y difícil. La Unión puede ser rehén de las divisiones en el Partido Conservador y del independentismo escocés. Puede haber muchas sorpresas. El referéndum sólo es el comienzo.
Una cosa es desafiar al mundo en un referéndum y otra asumir después las consecuencias