Doble resaca
Cuatro profesores de inglés se reúnen en el Raval para debatir las ventajas y los inconvenientes de la decisión adoptada por su país
Mientras muchos catalanes trataban de recuperarse de la resaca de la verbena de Sant Joan, los británicos afincados en Barcelona que también habían disfrutado de la fiesta se despertaron para descubrir que su país había decidido salir de la UE: era la resaca política de un debate agitado. Este diario se reunió con un grupo de jóvenes británicos que trabajan como profesores de inglés para conocer sus reacciones.
“Aún estoy en estado de shock”, dice Morgan Swan, que ha pasado un año en Barcelona y que estaba a favor de que su país permaneciera en Europa. “Me parece que mucha gente votó sin saber qué votaba. La calidad del discurso de ambos bandos ha sido muy pobre. Y ha perdido la razón. A pesar de la ira contra los tecnócratas no elegidos de Bruselas, paradójicamente, los respeto más que a nuestros políticos democráticos y sus campañas sucias”.
En la mesa afloran los guiños. Todo sucede en una terraza del Raval. Las sombrillas protegen del sol intenso, un agudo contraste con el clima tormentoso tanto metafórico como literal (las lluvias torrenciales disuadieron a muchos de votar) que ha golpeado su tierra natal.
Para Paul Jarvis, esbelto, con una imagen del Che Guevara en la camiseta, el torpe debate electoral queda de manifiesto en las declaraciones absurdas que han hecho tanto los detractores como los partidarios del Brexit (“Hitler hubiera votado por la salida”, decían los primeros; “Hitler hubiera votado a favor de la permanencia”, los segundos). Para quienes querían quedarse, el Brexit aceleraría la inseguridad en Europa y prestaría más apoyo a la ultraderecha y al nacionalismo populista. Para los que soñaban con salir, sostienen estos amigos, la UE fue una dictadura que amenazaba las libertades que costó mucho conseguir. En medio de la histeria, la razón desapareció. “Demasiados políticos tuvieron demasiado en juego: David Came-
“Hoy me siento avergonzada de ser inglesa”, afirma Danielle, partidaria de la permanencia
ron luchó por la supervivencia, Boris Johnson por la supremacía y Jeremy Corbyn por la legitimidad”, dice uno de los reunidos. Danielle Hopkins asiente y recuerda que ella apoyó la permanencia, pero el discurso contrario a los inmigrantes ha arrasado en Oldham, su ciudad, y ha originado un anhelo intenso de salir de Europa entre las clases populares e, incluso, entre su familia. “El problema de Oldham no es la inmigración, sino la integración. Conozco a mucha gente de mi ciudad que piensa que la salida es la panacea. Y no lo es”.
El provocativo cartel de campaña del UKIP, el partido que ha abanderado la salida, muestra una larga cola de refugiados árabes con el eslogan “El punto de ruptura”. Esa imagen, se dice en la reunión, fomenta la xenofobia. “Hoy estoy avergonzada de ser inglesa”, afirma Danielle. No todos opinan igual. Lewis Morris es el único de los cuatro que se confiesa a favor del Brexit, pero no justifica su posición en la inmigración. Según él, la salida es el único método de desafiar las políticas de austeridad de Bruselas y evitar que la UE se convierta en una colonia americana.
“Estoy contento con el resultado,” asegura Lewis Morris. “Necesitamos un poco de caos para cambiar el mundo, porque no podemos continuar como hasta ahora. Tengo confianza en el proceso democrático, pero la UE no es democrática. Por eso hay que salir”. Hijo de rusos judíos, Morris creció en Sheffield, otra ciudad trabajadora. “Siempre ha sido la táctica de la derecha culpar al otro, pero es importante recordar que todos somos europeos y esto no cambiará... aunque la UE no es Europa”.
“Aunque la UE no es Europa, todos somos europeos y eso nunca cambiará”, dice Lewis, defensor del ‘Brexit’