La Vanguardia

La tercera ley de Clarke

- David Carabén

Las estrellas, los jugadores supuestame­nte decisivos de la Eurocopa, no están brillando tal y como era de esperar. Quizás es por esta triste mediocrida­d que la actuación de Messi, el martes, en el partido de la Copa América entre Argentina y Estados Unidos, nos ha deslumbrad­o toda la semana. El 0 a 2, el gol de falta directa que marcó el crack del Barça, fue tan espectacul­ar que verlo repetido no cansa. Pocas veces se ha visto bajar con tanta crueldad hacia dentro una pelota recién superada la mano del portero. Pero también muy pocas veces se ha visto tirar una falta tan ajustada a la cruz de la escuadra, impactada desde tan lejos. Brad Guzan mide 1,93 m de altura. Cuando salta y estira los brazos protege sobradamen­te los 50 centímetro­s que todavía tiene de portería sobre la cabeza. Se trata de que la pelota entre cuando sus manos todavía no han llegado allí o cuando están de retirada, por la fuerza de la gravedad. Meterla, pues, es siempre una cuestión de ritmo.

De acuerdo, el genio instala en nuestras conciencia­s la sensación de que, siempre que quiera, lo puede volver a hacer. Pero también sabemos que no es exactament­e así. Probableme­nte no volveremos a ver, en los próximos años de la carrera de Messi, una ejecución tan perfecta.

Los periodista­s argentinos que lo entrevista­ban después del partido no podían evitar hacerle la pregunta que haría un niño ante un truco de magia: “¿La querías meter allí?”. Aquí, el genio se mostró humilde, otorgando al azar un rol que, delante suyo, estamos tentados de negarle: “Sí. Después, que entre o no, es otra cosa”. Pero entonces

El gol de Messi de falta directa fue tan espectacul­ar que verlo repetido no cansa

continuó con una considerac­ión fabulosa: “He apuntado hacia aquel palo (el más alejado de los dos) porque he pensado que el portero haría el pasito. Después la pelota ha entrado justo por allí y ha sido muy bonito”. “¿El pasito?”, me pregunté. Según desde qué ángulo esté hecha la toma, podéis ver Brad Guzan haciendo el pasito, el saltito que hace el portero cuando ve que Messi está a punto de darle a la pelota. Lo debe hacer para centrarse en relación con la portería, para coger impulso desde una posición más firme o también por nervios. El caso es que Messi cuenta con ello, porque lo deben hacer muchos porteros momentos antes de un chut directo. Sabe que si tira la falta al palo largo el pasito del portero hacia el centro le dará una leve ventaja, porque lo cogerá a contrapié. Al día siguiente, un seguidor se coló en el entrenamie­nto de la selección argentina y fue corriendo hacia el astro, para arrodillar­se delante de él y venerarlo. Me vino a la cabeza la tercera ley de Arthur C. Clarke, aquella que dice que cualquier tecnología suficiente­mente adelantada es indistingu­ible de la magia.

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