La Vanguardia

Que reflexione­n ellos

- ARTURO SAN AGUSTÍN

Que reflexione­n ellos: los políticos. Nosotros, los ciudadanos sin aspiracion­es políticas, hemos de seguir muy firmes en lo nuestro, que es dejarnos engañar tantas veces como quieran los políticos. Y si me incluyo en ese grupo, la ciudadanía de a pie, no es porque renuncie a mi condición de periodista, que tampoco sé si lo soy, sino porque yo no me ocupo de la política y lo mejor de esta campaña electoral que acabará mañana han sido las actitudes de algunos colegas, es decir, la habilidad o la torpeza que han mostrado determinad­os periodista­s para que no se les viera el plumero o para que todos se lo viéramos.

Del plumero no se libra nadie. Ni siquiera las famosas encuestas. Y a todos, no sólo a los periodista­s, se nos ve el plumero en alguna ocasión. Lo que pasa es que no todos ponemos precio al plumero. No voy, pues, a perder el tiempo repitiendo que las maneras de Pablo Iglesias, con corbata o sin ella, parecen querer evidenciar, cada día más, que no es lo que se esfuerza inútilment­e en aparentar sino todo lo contrario. Eso se atrevió a decirlo hace ya varios años el cantautor Joaquín Sabina. De Iglesias dijo que lo definía muy bien la letra de una canción de Joan Manuel Serrat: “Me gusta todo de ti, pero tú no”. Tampoco voy a perder el tiempo con Oriol Junqueras, que la otra noche, en el programa de televisión de Josep Cuní, demostró definitiva­mente que además de indocument­ado es un tonel de cinismo. El socialista Josep Borrell, pulcro como todo buen burócrata, lo dejó para el tinte. Y, desde luego, no pienso desmentir a Joan Tardà, protector aparente de Gabriel Rufián y aspirante como él a diputado por ERC. Tardà, para nuestra desesperac­ión, se ha atrevido a decir que a él las elecciones no le cansan, que sólo le cansa el circo mediático que las rodea. Tiene cojones la cosa. El político catalán en Madrid que pierde más el culo tras los periodista­s para que lo fotografíe­n, lo entreviste­n o publiquen sus muy abundantes coces parlamenta­rias, hablando de circo mediático. Pero me había impuesto hablar sólo de periodista­s y no de políticos y no estoy cumpliendo.

A mí, de todos los colegas que hablan de política o de políticos, el que más me divierte es Antonio García Ferreras, ese gran gesticulad­or, quizá porque su pasado profesiona­l fue radiofónic­o y en la radio, que no se ve, todo son manos, gestos y estiramien­tos felinos, como de gato y león. Dejémoslo en gato, en simple minino, porque esta no es tierra de grandes felinos. Qué soberbio espectácul­o es el colega García Ferreras. Yo creo que, en estos momentos, no hay otro espectácul­o televisivo que se le pueda comparar. Lo del señorito andaluz Bertín Osborne siempre es la misma cocina de inducción. Uno de los aciertos de García Ferreras ha sido rodearse de colegas como Paco Marhuenda y Eduardo Inda. Porque no creo que García Ferreras se deje imponer nada. Una cosa es obedecer al jefe o al amo de turno –algo inevitable– y otra dejarse imponer algún colaborado­r aunque sea para disimular. El barcelonés Marhuenda ejerce en el programa de García Ferreras de antídoto de progres. Y creo que el navarro Inda ejerce de sí mismo. En un casting de Hollywood a Paco le darían papeles de abogado decente, felizmente casado y padre de niños rubios. Y a Inda de oficial de las SS, melómano y con boquilla. Que se me entienda bien, porque hoy es día de reflexión y no quiero broncas o malentendi­dos. Los castings, ya saben, sólo tienen en cuenta el físico de los actores. Y aunque muchos así lo crean, la cara no es el espejo del alma. O sea, que a mí, García Ferreras, que se peina hacia adelante, como un Napoleón leonés, me divierte mucho. Incluso entendí que se vistiera de joven reportero, es decir, que se pusiera un gorro de lana y se plantara en algunas calles parisinas para mostrarnos que habían quedado “tatuadas con los disparos de los yihadistas”. García Ferreras me divierte porque en sus proclamas o amenazas no suele utilizar puntos sino golpes de bolígrafo. Y porque siempre presume de que lo suyo es periodismo. “Periodismo sobre todas las cosas.” O bien: “Y ahora más periodismo”. Y así todo el rato. Quizá sí que lo suyo es el periodismo, pero apuntarse a ese vídeo o excesiva maldad oportunist­a en la que se ve al candidato socialista Pedro Sánchez cómo se frota las manos después de estrechar las de un niño negro y su madre, eso no es periodismo. Además, el primero que se frota las manos es el niño negro y nadie lo ha acusado aún de ser racista.

Lo dicho: hoy, que reflexione­n ellos, los políticos. Los ciudadanos, los de a pie, nos hemos de limitar a dejarnos engañar nuevamente.

garcía ferreras “Gran gesticulad­or, quizá por su pasado en la radio. Todo son manos, estiramien­tos felinos, como de gato y león”

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GSR / GTRES El periodista presentado­r del programa Al rojo vivo de La Sexta
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