La Vanguardia

La actriz que espera a Tarantino

ESTÁ EN LA CARTELERA CON ‘NUESTROS AMANTES’ Y CADA LUNES EN TELEVISIÓN CON LA SERIE ‘LA EMBAJADA’. UN PLAN DE TRABAJO INTENSO PARA UNA ACTRIZ QUE ESPERA SU TERCER HIJO E INTENTA COMPATIBIL­IZAR SU PROFESIÓN CON SU FAMILIA

- PERE SOLÀ I GIMFERRER Barcelona

Prefiere mantener la intimidad de su hogar: su pareja y sus hijos brillan por su ausencia en Instagram Los creadores de ‘Velvet’ le hicieron a medida el personaje de una embarazada de siete meses

Hay actrices que tuvieron que picar mucha piedra para entrar en la industria. Las hay cuyos nombres directamen­te no conoceremo­s porque nunca dieron el pego en un casting. Eran demasiado altas, demasiado anchas, demasiado malas o... lo que sea. Pero Amaia Salamanca no tiene una de estas historias. Se hizo un hueco en la televisión casi sin querer cuando la contrataro­n para una serie de adolescent­es y ni siquiera la maternidad puede frenarla, con su tercer embarazo en menos de tres años. Si alguien quiere saber los trucos de la conciliaci­ón laboral y familiar, que busque su número de teléfono.

Se podría decir que Amaia es omnipresen­te con la ristra de proyectos que presenta. Los seriéfilos, por ejemplo, pudieron verla en Velvet a principios de año y ahora en La embajada como la calculador­a Fátima. Los cinéfilos pueden encontrárs­ela en la cartelera con Nuestros amantes, una comedia romántica en que interpreta a la ex celosa de Eduardo Noriega. Les acompañan Michelle Jenner y un resucitado Gabino Diego, al que habíamos perdido la pista desde que dominó el cine español en los noventa. No está nada mal para una mujer que reta todas las estadístic­as de maternidad con treinta años cumplidos en marzo y el nacimiento de Olivia en abril de 2014, Nacho en septiembre del año siguiente y la barriga que luce en estos momentos. El resto de las mujeres españolas tienen que retrasar su maternidad si quieren desarrolla­r su carrera, y suelen tener el primer hijo a los 31 años de media. ¿Es que es conservado­ra? Su poco interés en casarse con el padre de sus hijos, el empresario Rosauro Varo, parece indicar lo contrario.

Pero sobre todo Amaia Salamanca es una rara avis dentro del panorama español por los malabarism­os que desempeña (y con éxito). Además de compaginar familia y trabajo sin que su carrera se resienta, consigue ser una figura pública y atractiva para los anunciante­s sin perder su intimidad. Rosauro y sus hijos brillan por su ausencia en su cuenta de Instagram, en la que sí desfilan sus compañeros de profesión, amigos como el deportista Rudy Fernández y divertidos vídeos de Dubsmash, la aplicación para marcarse breves playbacks. Y, sobre todo, consigue mantenerse en la primera línea desde que dejó de lado su carrera como modelo y sus estudios de Derecho y Administra­ción de Empresas para protagoniz­ar una serie de título tan forzado como SMS, sin miedo a soñar. El productor Daniel Écija (Águila roja, Vis a vis) no se asustó por su falta de experienci­a y su sentido del ridículo y le pidió que interpreta­se el papel de Paula Dejardains Gómez de Iridutia. Era el primer año del canal laSexta, y Écija demostró tener muy buen ojo con el reparto. De allí también salieron rostros tan conocidos como Yon González, Mario Casas y María León. Y su paso por Sin tetas no hay paraíso, otra serie de nombre tan llamativo como bochornoso, no disipaba la idea que alguien se la pudiera tomar en serio.

Esta madrileña de padres vascos tenía todos los números para ser una versión española de Jessica Alba (Sin city), una chica atractiva y de revista pero incapaz de revalidar su éxito como actriz. Pero Cata, la chica de los pechos de silicona, fue un fenómeno, igual que Miguel Ángel Silvestre, que ahora disfruta las mieles del éxito rodando la serie

Sense8 de las hermanas Wachowski (Matrix). Y, contra todo pronóstico, la miniserie de Felipe y Letizia demostró que no solamente era una it girl. Mientras que los críticos se preguntaba­n qué hacían Juanjo Puigcorbé y Marisa Paredes en esa calamidad, Salamanca sorprendía como una versión muy creíble de la Reina, lo único salvable de la función.

Su imagen como madrina del nuevo modelo de Seat entre otras campañas no distorsion­a su verdadero perfil como actriz avispada que se gana su sueldo a pulso. Se estrenó en el cine con Fuga de cerebros (2009) y fue la película española más taquillera de ese año. Había trabajado con la productora Bambú en Gran hotel y ni corta ni perezosa les dijo si les interesaba incluir una mujer embarazada de siete meses en el reparto de Velvet y así tener un nuevo tête a tête con el Duque. Los creadores Ramón Campos y Gema R. Neira le diseñaron a Bárbara, un personaje con el que pudo abandonar su imagen de eterna inocente. Y, mientras sueña con que Quentin Tarantino llame a su puerta para ofrecerle un papel similar al de la Mamba Negra de Kill Bill, amplía su repertorio con Nuestros amantes de Miguel Ángel Lamata, que compara con los guiones de Woody Allen. Esta chica es imparable.

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La actriz madrileña fue la madrina del Ateca, el nuevo modelo de Seat, que se presentó en sociedad en Madrid

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