Michael Gove
El Gobierno británico renuncia al objetivo de eliminar el déficit en la legislatura
MINISTRO DE JUSTICIA BRITÁNICO
A Gove, uno de los principales aspirantes al liderazgo tory, le llueven ya las presiones para que deje el camino libre a Theresa May en aras de la unidad. Es visto como un traidor, primero a Cameron y ahora a Johnson.
Tras la fulminante ejecución política de Boris Johnson en una jornada de intrigas shakespearianas, la carrera hacia el trono de los conservadores británicos se ha convertido en un mano a mano entre Michael Gove y Theresa May, ambos ministros de Cameron. Entre el traidor que le clavó el puñal a su amigo y la hija del vicario. Entre el ideólogo mesiánico del Brexit y la nueva Dama de Hierro.
Si hasta el jueves May era la candidata para frenar a Johnson, ahora es la candidata de unidad, de la estabilidad política y económica, de la City, de los bancos, del dinero, del establishment aún aturdido por el golpe del referéndum que pide seny, tranquilidad y firmeza para que una situación complicada no degenere en el caos. Tras la desaparición de Johnson, sus apoyos se han multiplicado de manera exponencial.
El Partido Conservador, que no se anda con chiquitas, se ha deshecho de su eslabón más débil, que era Johnson. Y aunque fue su amigo Gove quien le pegó una puñalada trapera, otros habían llegado también a la conclusión (y en algunos casos llevaban años diciéndolo) de que el exalcalde de Londres, con todos sus idiomas y todo su carisma, carecía de las cualidades básicas para ser primer ministro. Demasiado volátil, demasiado etéreo, demasiado frívolo, demasiado alérgico a la burocracia y los detalles. Que poner en sus manos la negociación con Bruselas de un nuevo estatus para Gran Bretaña habría sido como dejar las llaves de la casa a un pirómano. Johnson dijo una vez que tenía más posibilidades de reencarnarse en una aceituna o en Elvis Presley que de llegar a primer ministro, y va a resultar que era cierto.
Pero en la política británica raramente aquel que blande la espada contra el rey consigue la corona, como descubrió Lord Heseltine tras deshacerse de Thatcher. Y a Gove, con toda su brillantez intelectual y entusiasmo brexista, siempre le va a quedar la etiqueta de asesino. Et tu
Michael? Sigue teniendo un núcleo duro de fieles, pero la mayoría de los seguidores de Johnson se han pasado al bando de Theresa May. En el actual clima de incertidumbre, con la que está cayendo, Gran Bretaña no paga traidores, como ha dejado claro en un editorial el influyente periódico ultraderechista y euroescéptico The Daily Mail.
“Me llamo Theresa May, y soy la persona más adecuada para ser primera ministra”, dijo con convicción en la presentación oficial de su candidatura. Con la misma autoridad con la que ha descartado un segundo referéndum, se ha mostrado contraria a celebrar elecciones anticipadas y ha anunciado que no subiría impuestos y renunciaría al objetivo del Gobierno Cameron de eliminar el déficit en la actual legislatura. Pocas horas después, el ministro de Economía, George Osborne, le seguía el paso. La austeridad no ha terminado, pero va a ser suavizada, en un gesto a los millones de votantes del norte industrial del país que votaron no sólo contra Europa, sino contra la globalización, el sistema, la precariedad, la desigualdad creciente, las élites... Más inversiones y alto a los recortes en un guiño al inglés emprenyat .Y un salvavidas para una economía aún en estado de shock.
May es la antítesis de Gove, que primero traicionó a Cameron a pesar de ser padrino de uno de sus hijos, y después a Johnson. Ella personifica la lealtad, casada con el mismo hombre desde que Benazir Bhutto los presentó hace 36 años en un baile de Oxford, fiel al primer ministro a pesar de ser en el fondo una euroescéptica, una brexista lite que se quedó a regañadientes en el campo del Remain. No es carismática, pero tiene experiencia (seis años en el Ministerio de Interior). No es deslumbrante, pero es sólida, firme, pragmática, prudente, atenta a los detalles hasta el punto de que se queda hasta las tres de la madrugada repasando documentos y enviando instrucciones por correo electrónico. No le gusta delegar. Examina los pros y contras de una situación hasta aburrir a sus propios asesores.
Mientras a May le llueven los apoyos, a Gove, las presiones para que le deje el camino libre en aras de la unidad del partido. Ambos se odian, por razones de política y de clase, él de colegio privado, ella de escuela pública, él un iluminado, ella un producto de la meritocracia. Muy a la derecha para muchos británicos, pero ya se sabe que en el reino de los ciegos el tuerto es el rey.
Visto como el traidor que apuñaló a Johnson, es objeto de presiones para que abandone
La lealtad a Cameron hace que se considere candidata de unidad y persona de fiar