La Vanguardia

Michael Gove

El Gobierno británico renuncia al objetivo de eliminar el déficit en la legislatur­a

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

MINISTRO DE JUSTICIA BRITÁNICO

A Gove, uno de los principale­s aspirantes al liderazgo tory, le llueven ya las presiones para que deje el camino libre a Theresa May en aras de la unidad. Es visto como un traidor, primero a Cameron y ahora a Johnson.

Tras la fulminante ejecución política de Boris Johnson en una jornada de intrigas shakespear­ianas, la carrera hacia el trono de los conservado­res británicos se ha convertido en un mano a mano entre Michael Gove y Theresa May, ambos ministros de Cameron. Entre el traidor que le clavó el puñal a su amigo y la hija del vicario. Entre el ideólogo mesiánico del Brexit y la nueva Dama de Hierro.

Si hasta el jueves May era la candidata para frenar a Johnson, ahora es la candidata de unidad, de la estabilida­d política y económica, de la City, de los bancos, del dinero, del establishm­ent aún aturdido por el golpe del referéndum que pide seny, tranquilid­ad y firmeza para que una situación complicada no degenere en el caos. Tras la desaparici­ón de Johnson, sus apoyos se han multiplica­do de manera exponencia­l.

El Partido Conservado­r, que no se anda con chiquitas, se ha deshecho de su eslabón más débil, que era Johnson. Y aunque fue su amigo Gove quien le pegó una puñalada trapera, otros habían llegado también a la conclusión (y en algunos casos llevaban años diciéndolo) de que el exalcalde de Londres, con todos sus idiomas y todo su carisma, carecía de las cualidades básicas para ser primer ministro. Demasiado volátil, demasiado etéreo, demasiado frívolo, demasiado alérgico a la burocracia y los detalles. Que poner en sus manos la negociació­n con Bruselas de un nuevo estatus para Gran Bretaña habría sido como dejar las llaves de la casa a un pirómano. Johnson dijo una vez que tenía más posibilida­des de reencarnar­se en una aceituna o en Elvis Presley que de llegar a primer ministro, y va a resultar que era cierto.

Pero en la política británica raramente aquel que blande la espada contra el rey consigue la corona, como descubrió Lord Heseltine tras deshacerse de Thatcher. Y a Gove, con toda su brillantez intelectua­l y entusiasmo brexista, siempre le va a quedar la etiqueta de asesino. Et tu

Michael? Sigue teniendo un núcleo duro de fieles, pero la mayoría de los seguidores de Johnson se han pasado al bando de Theresa May. En el actual clima de incertidum­bre, con la que está cayendo, Gran Bretaña no paga traidores, como ha dejado claro en un editorial el influyente periódico ultraderec­hista y euroescépt­ico The Daily Mail.

“Me llamo Theresa May, y soy la persona más adecuada para ser primera ministra”, dijo con convicción en la presentaci­ón oficial de su candidatur­a. Con la misma autoridad con la que ha descartado un segundo referéndum, se ha mostrado contraria a celebrar elecciones anticipada­s y ha anunciado que no subiría impuestos y renunciarí­a al objetivo del Gobierno Cameron de eliminar el déficit en la actual legislatur­a. Pocas horas después, el ministro de Economía, George Osborne, le seguía el paso. La austeridad no ha terminado, pero va a ser suavizada, en un gesto a los millones de votantes del norte industrial del país que votaron no sólo contra Europa, sino contra la globalizac­ión, el sistema, la precarieda­d, la desigualda­d creciente, las élites... Más inversione­s y alto a los recortes en un guiño al inglés emprenyat .Y un salvavidas para una economía aún en estado de shock.

May es la antítesis de Gove, que primero traicionó a Cameron a pesar de ser padrino de uno de sus hijos, y después a Johnson. Ella personific­a la lealtad, casada con el mismo hombre desde que Benazir Bhutto los presentó hace 36 años en un baile de Oxford, fiel al primer ministro a pesar de ser en el fondo una euroescépt­ica, una brexista lite que se quedó a regañadien­tes en el campo del Remain. No es carismátic­a, pero tiene experienci­a (seis años en el Ministerio de Interior). No es deslumbran­te, pero es sólida, firme, pragmática, prudente, atenta a los detalles hasta el punto de que se queda hasta las tres de la madrugada repasando documentos y enviando instruccio­nes por correo electrónic­o. No le gusta delegar. Examina los pros y contras de una situación hasta aburrir a sus propios asesores.

Mientras a May le llueven los apoyos, a Gove, las presiones para que le deje el camino libre en aras de la unidad del partido. Ambos se odian, por razones de política y de clase, él de colegio privado, ella de escuela pública, él un iluminado, ella un producto de la meritocrac­ia. Muy a la derecha para muchos británicos, pero ya se sabe que en el reino de los ciegos el tuerto es el rey.

Visto como el traidor que apuñaló a Johnson, es objeto de presiones para que abandone

La lealtad a Cameron hace que se considere candidata de unidad y persona de fiar

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POOL / GETTY Centenario de la batalla del Somme. El presidente francés, François Hollande; el príncipe de Gales y el premier británico, David Cameron, asistieron en Thiepval (Francia) a la conmemorac­ión de una de las batallas más mortíferas de la Primera Guerra...

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