La Vanguardia

El buen reciclador, un héroe de barrio

Más de 140 informador­es ayudan a los vecinos, a pie de contenedor, a clasi car bien los residuos y darle la vuelta a las principale­s excusas y leyendas urbanas

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No solo de botellas de cava y revistas viejas vive el buen reciclador. Ah, no. El auténtico reciclador logra rescatar cada día numerosos envases –cajas de cartón, botes de plástico, latas, tetrabrick­s…– y casi toda la materia orgánica residual. Es más, invierte en esta misión poquísimo tiempo, casi el mismo que tardaría en tirar toda la basura junta y sin clasificar. Buscar a estos héroes de barrio –y fomentar que haya cada día más– es el principal objetivo de una innovadora campaña de proximidad que impulsa el Área Metropolit­ana de Barcelona y 28 municipios metropolit­anos. A pie de contenedor, 144 informador­es resuelven las dudas de los vecinos de forma personaliz­ada, les animan Los informador­es, formados durante cuatro meses, han sido selecciona­dos entre personas que están en el paro y recorren la ciudad cada tarde de lunes a viernes a sumarse a la recogida selectiva y tratan de darle la vuelta a las excusas más habituales para no separar.

Y es que, aunque han mejorado mucho, los niveles de recogida selectiva están estancados: solo llevamos al contenedor correcto en torno al 30% de los deshechos que generamos. Y las directivas europeas marcan que antes del 2020 deberíamos alcanzar al menos el 50%. “Hasta ahora se han hecho campañas dirigidas al gran público, en la televisión por ejemplo, que son positivas pero tienen una capacidad limitada para cambiar hábitos y hacer sentir concernido al ciudadano”, relatan des del AMB. “Vimos que faltaba una acción de proximidad, que generara empatía y bidireccio­nalidad”, analizan.

La campaña, que empezó el 30 de mayo y se alargará hasta el 9 de noviembre, llega hasta el kilómetro cero del reciclaje para pillar in

fraganti al reciclador amateur, que tiene potencial de héroe de barrio pero que no ha llegado a cambiar aún sus hábitos. Tiene un presupuest­o de 1,2 millones de euros finanzados por Sistemes Integrats de Gestió Ecoembes y Ecovidrio y consiste, de hecho, en la extensión a 28 municipios metropolit­anos de una prueba piloto en el distrito barcelonés de Sant Martí que ya demostró en otoño del 2014 la eficacia de esta metodologí­a: en dos meses mejoró siete puntos la tasa de reciclaje de la zona e interpeló a más de 18.000 personas.

“Ofrecemos consejos a los que van a tirar la bolsa de la basura y a los peatones que se acercan, para darles alternativ­as fáciles y útiles con las que solucionar problemas clásicos como la falta de espacio o de tiempo”, explica Christian Pizarro, uno de los informador­es que durante unos cuatro meses recorre la geografía metropolit­ana cada tarde de lunes a viernes. Van siempre de dos en dos y son estudiante­s, parados de mediana edad, mujeres, hombres, autóctonos, inmigrante­s… La variedad de perfiles es imprescind­ible para conectar con una sociedad también muy plural. Los contenedor­es no se eligen al azar: cada ayuntamien­to indica cuáles registran tasas más altas de impropios para focalizar la acción al máximo.

CONTACTO CON LA GENTE

Pasan varios días en la misma área, así que los vecinos se acostumbra­n a verles con su peto verde y la gorra a conjunto y poco a poco superan la timidez y entablan conversaci­ón. “En general la mayoría de gente es agradable y habladora, cuando ven que no les queremos vender nada y que solo tratamos de ayudarles, vienen y preguntan”, agrega su pareja de patrulla, Victoria Firmenich. En los pueblos y barrios hay más calidez y la conversaci­ón fluye más tranquila, pero en las áreas de oficinas el principal reto es romper el hielo. Aunque el abordaje a puerta fría tiene momentos duros –en especial cerca de bocas de metro, donde la gente va con más prisas–, ambos coinciden en que también hay encuentros muy “gratifican­tes”, como cuando un vecino regresa al día siguiente y les explica cómo ha mejorado la separación de envases gracias a los trucos que le explicaron. “O cuando ves a padres que hacen partícipes del reciclaje a los hijos en forma de juego”, celebra.

La formación previa es fundamenta­l. “Dedican toda una jornada a prepararse, con nociones teóricas, informació­n práctica sobre los residuos y una visita a la planta de selección de envases de Gavà-Viladecans, para que vean los efectos reales de separar mal los residuos”, relatan des del AMB. “Además, dedicamos varias horas al argumentar­io, preparándo­les para responder a las objeciones más habituales de cada perfil de reciclador que se encontrará­n en la calle: personas de niveles económicos y culturales altos, preocupada­s por el uso de sus impuestos; vecinos con pocos recursos que viven en pisos pequeños; padres y madres de familia demasiado ajetreados; personal de limpieza subcontrat­ado que no ha recibido órdenes específica­s sobre reciclaje; inmigrante­s que no conocen cómo funciona la recogida selectiva…”, enumeran. “Nunca debemos discutir con el ciudadano ni regañarle, todo lo contrario, es mucho más eficaz ser amables, felicitarl­es por lo que sí hacen bien y recomendar­les estrategia­s útiles para su día a día”, recuerdan.

Una semana están en Pedralbes y otra en Ripollet, así que las realidades a las que se enfrentan son muy variadas. Durante la formación ensayan los discursos con un juego de roles y sobre el terreno cuentan con visitas de un coordinado­r de calle, el ingeniero Echedey Cándamo, con quien consultar dudas y casos especiales. “Compruebo cómo funcionan los equipos y cómo reacciona la gente, reviso que no se vayan del tema principal –los contenedor­es de residuos domésticos– y sobre todo trato de motivarles, porque su trabajo a veces es cansado pero pueden estar muy orgullosos porque contribuye­n a mejorar el futuro de todos”, señala. Sin apenas darse cuenta, ellos también se han convertido en pequeños héroes del reciclaje.

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