El tiro por la culata

La recuperación de la economía ha dado un vuelco al mercado de alquiler: muchos jóvenes que han encontrado trabajo buscan un piso en alquiler, pero hay pocos, y tienen menos rotación, porque los inquilinos no se van ni aun cuando les suben las rentas, porque hay pocos disponibles y son más caros, explica Àlex Esteve, socio director de Finques Anzizu. “Los pisos se alquilan en días. A veces empezamos las visitas en lunes y el martes ya hemos de cancelar las visitas previstas porque ya lo hemos alquilado. Y con una renta más alta por la falta de oferta”. La situación permite también escoger buenos inquilinos. “Los propietarios que administramos apenas tienen impagos: miramos bien a quién metemos en el piso”, añade.

La situación es aún más complicada cuando los propietarios de los pisos tienen edificios completos o son empresas, ya que la ley catalana de vivienda establece que si tienen en propiedad más de 1.250 m2 de espacio habitable no podrán desahuciar a inquilinos que se consideren vulnerables, aunque no paguen el alquiler, si no les ofrecen como alternativa, y a su costa, una vivienda social. Fuentes inmobiliarias destacan que estos propietarios ahora se cubren de manera especial, pidiendo avales, una práctica común hasta 2007 pero que había desaparecido con la crisis y sobre todo, evitando ese tipo de inquilinos. potencialmente problemáticos. Al menos en este asunto, la ley ha errado el tiro.

Los dueños piden ya más requisitos a sus inquilinos para cubrirse ante un desahucio