RECUENTO DE BAJAS
“La victoria no se obtendrá por el aniquilamiento de los ejércitos, sino por la consumición de los enemigos”. Así pronosticaba Gaziel desde las trincheras de 1916 cuál sería el final probable del conflicto que ensangrentaba el mundo. El coste de la contienda en vidas se multiplicaba cada día. Ni con el verano había pausa: el 1 de julio (ayer hizo cien años) comenzaba la batalla del Somme, en Francia, con la escalofriante cifra de 57.470 bajas tan sólo en el Ejército británico, de ellas 19.000 mortales. Es la batalla con mayor número de bajas de toda la historia del ejército de Su Majestad.
Las víctimas no procedían todas de las grietas del frente, ni tenían por qué vestir de uniforme. Viajar en un barco de pasajeros cualquiera podía ser suficiente para acabar como daño colateral. Eso le ocurrió al insigne músico catalán Enric Granados, cuyo transporte fue torpedeado en el Canal de la Mancha por un submarino alemán que quizá pudo confundirlo con una embarcación de guerra. Granados se encontraba en su mejor momento musical: volvía de estrenar la ópera Goyescas en el Metropolitan Opera House de Nueva York. Se dice que antes de emprender el viaje de retorno, Granados había bromeado pronosticando que “en este viaje dejaré los huesos”. Fue una prematura desgracia para el mundo de la música, pues el ilerdense ni siquiera había cumplido los cincuenta.
Otra pérdida ilustre de aquel año sería la del emperador Francisco José I de Austria, en su caso por muerte natural: contaba ya 86 años sobreviviendo a su célebre esposa, Sissi, que no llegó a ver el cambio de siglo (falleció en 1898) y se ahorró así contemplar el desastre mundial al que su marido había coadyuvado. La Gran Guerra fue en buena parte producto de las tiranteces del imperio austrohúngaro, cuyas costuras se rompían por los Balcanes mientras su anciano dirigente era ya incapaz de entender lo que estaba pasando en aquel mundo tan distinto de la idílica Austria en la que había conocido más de medio siglo antes a una esposa que tampoco pudo soportar un mundo que caducaba.