La Vanguardia

El Loco de la Colina cae en el pozo de las deudas

ESTRELLA DE LA RADIO Y LA TELE DURANTE DÉCADAS, ANDALUZ DEL AÑO Y REY DE ESPAÑA DE PERIODISMO. QUINTERO ESTÁ SIN TRABAJO, SIN DINERO, AL BORDE DEL DESAHUCIO DE SUS PROPIEDADE­S Y SU NOMBRE APARECE EN EL CASO AUSBANC

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

A lo largo de su trayectori­a, a Jesús Quintero le han concedido la medalla de Andalucía, el premio Ondas Internacio­nal, el Rey de España de Periodismo, el Andaluz del Año 2000, el galardón al Mejor Entrevista­dor del Milenio o la Antena de Oro en 2003, entre otros muchos galardones. Pero el Loco de la Colina, como es conocido el periodista desde hace años por el nombre de uno de sus programas, vuelve a estar perdido entre la ruina y la depresión.

El nombre de Quintero aparece en el sumario del caso Ausbanc, después de varios años en los que se había perdido la pista de este onubense de Moguer. En una conversaci­ón telefónica filtrada, el comunicado­r imploraba a Luis Pineda, presidente de la citada asociación, que moviera sus hilos: “No tengo dinero, no tengo trabajo, mis hijas no pueden estudiar y me tienen denunciado por lo penal, es como acabar con mi vida. Me van a ejecutar en Cádiz, me van a ejecutar en Huelva. Por favor Luis, arregla ya esto, por favor te lo pido”.

El mal momento personal por el que pasa Quintero pudo ser peor a consecuenc­ia del accidente que sufrió hace algo más de una semana en Huelva. La consistenc­ia de su vehículo Hummer H3, decorado por el diseñador Custo Dalmau, le salvó la vida tras salirse de la vía cerca de la localidad de Cartaya y dar varias vueltas de campana. Pudo salir por su propio pie del coche e ileso.

No es la primera vez que Quintero pasa por momentos difíciles en una vida en la que ha sido de todo: periodista, actor, dandi, saltimbanq­ui, comunicado­r, deportista o presidiari­o. Sus programas en radio y televisión como El perro verde, Cuerda de presos, Qué sabe nadie, Ratones coloraos, El Loco de la Colina y otros le proporcion­aron fama y dinero. Mucho dinero. Un bienestar económico que ha dilapidado porque todo el talento que tenía como comunicado­r le ha faltado en formalidad como empresario.

Durante muchos años la figura del Loco de la Colina se hizo familiar en Sevilla, ciudad a la que regresó en 1982 para continuar desde la ribera del Guadalquiv­ir el programa radiofónic­o que le dio fama en Radio Nacional, primero, y en la Ser, después. Llegó la televisión y era habitual encontrars­e a Jesús Quintero en cualquier esquina, en cualquier bar, en todas las fiestas. Se compró un edificio entero en la calle Placentine­s, con vistas a la Giralda, y se paseaba por la ciudad a todo trapo en su Bentley descapotab­le, pintado de naranja fluorescen­te.

Pero junto a las luces llegaron las sombras, en forma de depresione­s. Como aquella que le llevó a refugiarse en la casa de campo de Rocío Jurado, a la que guarda un cariño incondicio­nal. Aquella primera tormenta pasó y Quintero volvió a ser requerido por las television­es para reeditar sus programas de entrevista­s. “A mí me gusta hacer una televisión libre, sensible, independie­nte, no al dictado de nadie. He entrevista­do a treinta premios Nobel y otros tantos jefes de Estado. Y a gente como Escohotado o Boadella, que pueden aportar mucho al espectador. Y a todos los guerriller­os, desde tupamaros hasta Sendero Luminoso”, recuerda.

Buen comunicado­r pero fatal pagador. Un desastre para los negocios que emprendió y que se han ido a pique uno tras otro, arrastránd­ole en su caída. La ruina viene, dice Quintero, “porque me ha pasado lo que a toda la clase media: que hemos trabajado mucho y ya no podemos más”.

Su última aventura fue poner en pie el teatro Quintero, en pleno corazón del centro histórico de Sevilla, un proyecto que pretendió convertir en un referente de la cultura andaluza. La relevancia de la iniciativa ha ido cayendo desde su apertura, en el 2010, y en los últimos años se dedicaba casi en exclusiva a ser el plató donde grababa sus últimas funciones televisiva­s. También fracasó con su iniciativa Radio de América y con su bar de copas Montpensie­r, en pleno parque de María Luisa, en el que se gastó una fortuna en decoración. El negocio fue un desastre, pero Sevilla no ha tenido nunca un local tan bonito.

El resultado final es una deuda gigantesca a la que Quintero no puede hacer frente ni vendiendo sus posesiones en Cádiz o Huelva. Según algunas informacio­nes, está abrumado por unas facturas mensuales que superan los 9.000 euros. El agravante es que la nueva televisión ya no parece tener hueco para personajes como el Loco. “La Andalucía oficial no me quiere. No tengo ninguna comunicaci­ón con ella. Mis proyectos, más de 50, terminan en nada”, manifestab­a Quintero en una entrevista reciente.

Su despedida de televisión fue con La noche de Quintero, que se emitió en TVE entre el 2006 y el 2007. Las relaciones entre el presentado­r y la dirección de la televisión oficial fueron tirantes, primero cuando sentó a Farruquito poco antes de su ingreso en prisión por atropellar mortalment­e a un hombre en Sevilla; después cuando la dirección le impidió que entrevista­se a Ricardo Sáenz de Ynestrilla­s.

Hoy, Jesús Quintero, o su demente personaje, gusta de pasear a primeras horas de la noche por las calles peatonales que rodean su domicilio de Placentine­s. Calles en las que únicamente resuenan los pasos de los noctámbulo­s y el ruido de los camiones del servicio de limpieza que baldean un asfalto que hierve tras soportar el espeso calor del día. Silencio sólo roto por la inconfundi­ble melodía del Himno a la Alegría que un impávido violinista desgrana una y otra vez en una esquina. El Loco, ataviado con una amplia gabardina y sus inconfundi­bles pañuelos, pese al calor que aún castiga a esas horas, pega su cara a los cristales de las tiendas cerradas y sueña con un futuro menos agobiante.

Nacido en Moguer, en su infancia estuvo obsesionad­o con la posibilida­d de ser familia de Juan Ramón Jiménez. Su madre le decía que sí, que podían ser familia del premio Nobel, “pero tú has salido más a Platero”.

Está abrumado por unas facturas que superan los 9.000 euros mensuales y la tele ya no le contrata

Gusta de pasear a primeras horas de la noche por las calles peatonales que rodean su domicilio

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Jesús Quintero fotografia­do a mediados de junio en San Juan del Puerto (Huelva), donde hizo de pregonero de las fiestas
KMJ/KMA / GTRES jesús quintero Jesús Quintero fotografia­do a mediados de junio en San Juan del Puerto (Huelva), donde hizo de pregonero de las fiestas

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