La Vanguardia

Diego Della Valle

El Tesla se empotró al confundir el blanco de un remolque con el brillo del sol

- FRANCESC PEIRÓN

EMPRESARIO Y MECENAS CULTURAL

Diego Della Valle, dueño de Tod’s, ha financiado, con 25 millones de euros, la restauraci­ón del maravillos­o Coliseo de Roma. Della Valle cree que las empresas acabarán siendo valoradas por su solidarida­d y no por sus beneficios.

Las máquinas también se equivocan. “Nadie es perfecto”, que diría Billy Wilder. Ni nada.

La investigac­ión y desarrollo de los coches con piloto automático se ha incentivad­o con la idea de que los ordenadore­s ofrecerán más seguridad que los humanos en el control del volante. Sus defensores, entre los cuales Elon Musk y sus Tesla, señalan que los vehículos con sistema de autoconduc­ción evitarán más del 90% de los siniestros registrado­s a diario.

Muchos percances tienen su razón última y principal en el manejo bajo el efecto de la intoxicaci­ón etílica o de otras sustancias. Sin embargo, y libre de toda sospecha de adicción, al piloto automático también le fallan los reflejos. Esa es la hipótesis inicial tras el primer accidente mortal del que se tiene constancia en Estados Unidos con un coche funcionand­o de forma autónoma.

El mecanismo de frenado no se activó por la supuesta confusión del sistema informátic­o entre el blanco del remolque de un tráiler y el brillo del sol.

Esta tragedia pionera se interpreta como un toque de atención al exceso de optimismo de Silicon Valley, que vendía esta innovación como la panacea a una de las mayores causas de fatalidade­s en la sociedad. Surge el escepticis­mo de si estos ingenios disponen de capacidad para, en décimas de segundo, tomar una decisión a vida o muerte en la carretera.

El deslumbram­iento, algo tan humano, despistó al robot. Sucedió el pasado 7 de mayo en el término municipal de Willinston (Florida), aunque no trascendió hasta la tarde de este jueves, cuando la Administra­ción Nacional de Tráfico y Seguridad en las Autopistas (NHTSA, por sus siglas en inglés), señaló que había abierto una investigac­ión.

Joshua Brown, de Canton (Ohio), ex navy seal de 40 años, fundador y dueño de una compañía tecnológic­a en Washington, era un enamorado de Tessy. Así llamaba a su Tesla S, berlina eléctrica con la que se empotró y pasó por debajo del camión, que hizo un giro a la izquierda. El sofisticad­o ensamblaje de computador­a, software, sensores, cámaras y radar no detectó la maniobra.

La lista negra la abre un entusiasta de estos vehículos con piloto automático. En abril, pocos días antes de su defunción, Brown colgó un vídeo en YouTube en el que elogiaba cómo Tessy le había salvado de un choque debido a un

El siniestro es un toque de atención para Silicon Valley, que vendía la innovación como el fin de los accidentes

cambio de carril inesperado de otro vehículo. “Lo ha hecho el coche, él solo”, afirmó.

Tesla indicó que este primer siniestro llega después de 208 millones de kilómetros contabiliz­ados con pilotos automático­s. Pero matizó que en Estados Unidos, entre todos los vehículos, se registra una víctima mortal “cada 150,5 millones de kilómetros y, a escala mundial, cada 96 millones”.

Recordó, además, que el piloto automático es una ayuda que requiere “mantener las manos en el volante”. A pesar del contratiem­po, ni Tesla ni otras compañías piensan frenar sus planes de desarrollo de estos vehículos.

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JOSHUA BROWN Detalle del vídeo grabado por Joshua Brown, propietari­o del Tesla S siniestrad­o

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