La lección de Harry Potter
JOSHUA Brown es la primera víctima del Tesla, un coche con piloto automático. Su vehículo, el modelo S, se metió debajo del remolque de un furgón en una carretera de Florida. El camión hizo un giro inesperado, y el automóvil, que iba a gran velocidad, no frenó, simplemente pasó debajo de la carga y no se detuvo hasta que chocó contra una valla. Al parecer, falló uno de los sensores, que confundió el blanco del remolque con el brillo del sol. Brown era un entusiasta de estos coches que combinan computadoras, software, sensores, cámaras y radares, y filmaba continuamente sus experiencias. Tenemos tanta fe en la tecnología que descartamos el fallo. Pero nada es perfecto, por más que los científicos de Silicon Valley hubieran anunciado el fin de los accidentes. Los propietarios de Tesla se han defendido diciendo que es el primer siniestro en 208 millones de kilómetros, aunque han recordado que el piloto automático es una ayuda que requiere tener las manos en el volante.
Brown, mientras el automóvil avanzaba a su aire, estaba viendo una película de Harry Potter. A lo mejor escuchaba la frase del filme que dice: “Es la hora de elegir entre lo que es fácil y lo que es correcto”. Seguramente lo fácil era dejar que la máquina avanzara sola, y lo correcto, que el conductor hubiera estado pendiente en todo momento de la carretera. A raíz del accidente, se han planteado otras cuestiones: en caso de un choque con otro vehículo, qué elige el coche fantástico. ¿Causar el menor número de muertes posible aunque sea a costa de su conductor? La tecnología nos hace la vida más fácil, pero en un caso como este puede elegirnos como víctima menos costosa. “No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir”, se escucha también en Harry Potter. Los coches eléctricos sin conductor son un sueño (y una realidad), pero no dejan de ser máquinas: aprovechémonos de estos avances, pero sigamos con las manos en el volante. Ya veremos Harry Potter en casa.