El tiempo entre papeles
Panamá tuvo un difícil primer semestre. Lo que debió ser una discusión sobre un problema global se convirtió en un escándalo acerca de nuestro país. No interesó que los datos extraídos de las bóvedas cibernéticas del despacho Mossack Fonseca revelaran que el 80% de su cartera de sociedades offshore había sido incorporada fuera de Panamá y en jurisdicciones como Las Islas Vírgenes Británicas. No pesó que la mayoría de intermediarios (los clientes suelen llegar a estos despachos a través de bancos de gestión patrimonial) proviniera de países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). No importó que dichos clientes representaran un abanico de nacionalidades. En el momento de planear la puesta en escena, el consorcio eligió el nombre más sonoro: Panamá. Y así nos convertimos en blanco de críticas.
Panamá es consciente de que las sociedades offshore han sido utilizadas para evadir y delinquir, así como de las transformaciones requeridas para evitarlo. Meses antes de que estallara la bomba mediática, nuestro país pasó un paquete de siete leyes tendientes a quitarle la pátina de opacidad a las offshore; aumentar el número de sectores supervisados y las exigencias a éstos; y fortalecer al ente regulador. Estos avances llevaron a la GAFI a retirarnos de su lista gris. En la reunión anual de Naciones Unidas del 2015, el presidente Juan Carlos Varela habló de intercambio automático de información. Avanzábamos hacia una mayor transparencia.
Nada o muy poco de esto se mencionó. Panamá hubo de dar la cara –sola– por 89 jurisdicciones, incluidos estados de la nación más poderosa del mundo y de colonias y protectorados de otros miembros de la OCDE cuyas leyes contemplan la venta de sociedades offshore; hubo de enfrentar –sola– los latigazos ocasionados por el mal uso de este instrumento a nivel mundial; y, de paso, navegar la marejada de presunciones falsas que inundó estudios de televisión, páginas de periódicos, cabinas de radio y pantallas digitales alrededor del globo. Algunos medios se ensañaron con nuestro país al punto de que, más de un oyente, lector o espectador, ha de creer que todo el dinero guardado a la sombra de una offshore se encuentra en bancos panameños.
Nada más alejado de la realidad. El total de activos de nuestro Centro Bancario se sitúa en torno a los 120 mil millones de dólares. (Gran Caimán y Bahamas tienen depósitos por 1,499 y 582 mil millones, respectivamente.) La cifra es proporcional al tamaño de la economía y población panameña, pero absurdamente pequeña para que se nos considere una amenaza a la OCDE. Además, todo indica que los depósitos provienen de fuentes legítimas. Los bancos de la plaza están regulados localmente, pero además practican una suerte de autocensura motivada por la necesidad de mantener corresponsalía con bancos estadounidenses sin los cuales su actividad internacional se vería mutilada. Hoy día, si un extranjero desea abrir una cuenta en un
Los activos de nuestro Centro Bancario son absurdamente pequeños para que se nos crea una amenaza a la OCDE
banco panameño, tiene que tener mucha paciencia y buenas referencias. Diplomáticos españoles radicados en Panamá pueden dar fe de ello.
Nada de lo anterior se mencionó en los medios, nada. Pero el tiempo pasa entre papeles.
En las últimas semanas, hemos vuelto a ser noticia. Esta vez, en torno a la inauguración del canal ampliado. Desde que Vasco Núñez de Balboa atravesó el Istmo y avistó el Mar del Sur, en 1513, se empezó a hablar de la posibilidad de construir un paso entre los mares, pero el sueño no se hizo realidad hasta 1914, cuando el SS Ancón atravesó el Canal construido por Estados Unidos. A ese Canal, y al ferrocarril transístmico que lo precedió, lo han ido complementando un Centro Bancario, una Zona Libre, un aeropuerto internacional, centros logísticos, leyes especiales y otras infraestructuras y servicios que, en conjunto, nos han permitido convertirnos en un importante eslabón del comercio internacional.
Tuvimos un primer semestre difícil, crecimos un 4.6%; pero el Fondo Monetario Internacional estima que, de aquí a fin de año, habremos recuperado el ritmo hasta alcanzar el 6%. El impulso vendrá de ese tercer carril que acaba de entrar en funcionamiento y que, en la práctica, es un nuevo canal. Un nuevo Canal que le permitirá a Panamá seguir cumpliendo con su verdadero papel: el de unir al mundo.