La Vanguardia

El resultado final de las elecciones en Australia, en manos del voto postal

- ISIDRE AMBRÓS

El suspense era máximo la pasada madrugada en Australia. El resultado final de las elecciones legislativ­as ha quedado en manos de los aproximada­mente cuatro millones de australian­os que votaron por correo. Al cierre de esta edición, la coalición conservado­res del primer ministro, Malcolm Turnbull, y la oposición laborista empataban a 69 escaños, a falta de atribuir siete asientos de una cámara de 150 diputados. Las urnas otorgaban, asimismo un inesperado protagonis­mo a los partidos minoritari­os, que a partir de ahora pueden tener un papel determinan­te en la política australian­a.

Por una vez los analistas políticos no se equivocaro­n. Poco tiempo después de que cerraran los colegios electorale­s ayer por la tarde en Australia y con un porcentaje bajo de votos escrutados, Antony Green, de la cadena de televisión ABC, se atrevió decir que “por los números que estoy viendo, creo que no vamos a saber esta noche quién ha ganado”.

Y las urnas le dieron la razón. Con el 93% de los votos escrutados, la coalición conservado­ra de lo partidos Liberal y Nacional, y el opositor partido laborista quedaban empatados a 69 escaños y otros cinco asientos se los repartían varios partidos minoritari­os. Quedaban por repartir siete actas de diputado, que dependerán de los cuatro millones de australian­os que decidieron votar por correo.

Un resultado que no impidió anoche a los líderes de las dos formacione­s mostrarse optimistas respecto al resultado final. El primero que se pronunció fue el candidato laborista, Bill Shorten. Este antiguo líder sindical de 49 años no dudó en proclamar que “¡el laborismo ha vuelto!”.

Razón no le faltaba a Shorten, Los laboristas, a pesar de realizar una campaña anodina y clásica, con promesas de más inversión en sanidad y educación y mayor justicia fiscal, recuperaro­n 14 escaños, frente al desplome del año 2013, en que bajaron a 55 actas.

Por su parte, el premier saliente, Malcolm Turnbull, esperó a disponer de más resultados para hacer sus primeras declaracio­nes. Se mostró prudente, pero no dejó de mostrar su confianza en que “la coalición Liberal-Nacional podrá formar una mayoría de gobierno”, según la cadena ABC.

La realidad, sin embargo, es que a Turnbull le ha salido el tiro po la culata. Convocó estas elecciónes en mayo con el fin de controlar el Senado para eliminar obstáculos a la hora de imponer sus proyectos, ya que tenía mayoría absoluta en la cámara baja, con 90 diputados. Ahora, sin embargo, es muy posible que pierda el control en los dos hemiciclos.

Y también le ha salido mal su apuesta de cara al partido. Descabalgó a su antecesor en el cargo de premier, Tony Abbott, a través de una moción de confianza interna y esperaba que ahora las urna le confirmarí­an como el líder de la formación. El resultado le debilita y puede acabar costándole la cabeza.

El ascenso de los laboristas es un batacazo para Turnbull, que puede perder la mayoría

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