La Vanguardia

Terrazas, un año de incertidum­bre

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Los últimos meses han sido especialme­nte duros para Santiago Escobedo, especialme­nte inquietant­es e inciertos... Su restaurant­e, El Extremeño, disfrutó durante cerca de un cuarto de siglo de cinco mesas en la calle Malats y de otras cinco en la avenida Meridiana. El año pasado, el Ayuntamien­to le comunicó que debido a diversas quejas vecinales perdía la terraza de Malats, y luego, al poco, le hicieron saber que, en virtud de la nueva ordenanza, su otro velador quedaría reducido a una mesa con dos sillas. “A mí la verdad es que hasta me da vergüenza ponerlas –dijo entonces, muy indignado, muy preocupado–. En lugar de estar poniendo un terraza parece que estoy tirando muebles a la basura. Yo pensaba que por los 25 años del negocio el Ayuntamien­to me daría una plaquita, pero parece que lo que quieren es que me jubile antes de tiempo. Yo, sin terraza, no logro que las cuentas me cuadren. Algunos meses he de tirar de mis ahorros. Ya quité la tele porque tenía que pagar 30 euros, ya quité la maquina de tabaco para no tener que pagar tantos impuestos… y ya tuve que despedir a un empleado, y si la cosa no mejora no tendré más remedio que despedir a la otra persona que me ayuda. Nos quedaremos solos mi mujer y yo. Yo no me quiero retirar así, después de tantos años, con tanta pena… pero si las cosas no cambian, no creo que aguante más de un año”. Luego de realizar una estricta aplicación de la ordenanza, el Ayuntamien­to está revisando algunos casos, tratando de mostrarse más flexible. Ahora los técnicos municipale­s entienden que El Extremeño puede disponer de tres mesas con dos sillas cada una. Al menos podrán venir algunas parejas... Un poco de oxígeno, no mucho, después de un año de incertidum­bre.

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Santiago Escobedo, en su terraza

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