El espacio y la música
Nits de clàssica
Intérpretes: Les Musiciens du Louvre; director: Francesco Corti Lugar y fecha: catedral de Girona (26/VI/2016) Inauguración del ciclo de Nits de Clàssica que marca los veranos de Girona con savoir faire. La programación evita lugares comunes y establece un buen diálogo entre el espacio y sus bondades artísticas y la música.
Realmente llegar desde fuera a Girona es un goce dada la belleza de múltiples rincones de esta ciudad y del entorno de la catedral.
Quien no llegó fue el señor Minkowski que debía de dirigir a su grupo reconocido y habitual un programa con tres cantatas, la primera el Aria Schlage doch... de Georg Melchior Hoffmann (16851715) que sufrió durante años desdén y ahora beneplácito porque sus obras habían sido atribuidas a figuras tan importantes como Bach.
Un amanecer con campanas que cantó con voz cálida y de amplia base la mezzo Teresa Iervolino, y un acompañamiento armónico sensible por parte de una cuerda pequeña y homogénea. Dirigió el joven Francesco Corti, respetuoso con el hecho de tener que entrometerse en el trabajo ajeno, pero muy profesional. Siguió en un programa algo desigual en ensamble en contenido formal y estético, un Exultate, Jubilate de Mozart (K. 165), que dio lugar a la voz de la soprano Anna Devin, que a continuación con su colega cantaron el Stabat Mater de Pergolesi.
Encaja poco este Mozart algo teatral en su acompañamiento instrumental y planteamiento vocal, con la intimidad requerida en Pergolesi.
Pero el maravilloso marco de la catedral que, si bien no ayuda a la audición correcta, encanta con la acogida que su espacio, en esa hora en que cae la tarde, muestra el juego de luces entre las tenues del interior y la ya decadente a través de las vidrieras altas. También el marco ayuda a esta interioridad que requiere este Pergolesi, con su delicada expresividad y su dramatismo tan sensible, nunca teatral.
En este sentido el peso de las voces es fundamental y resultó muy en su sitio la claridad de dicción y la armonía, muy sustentada en el registro de la mezzo, sencilla y coherente.
La soprano cantó más, en el sentido de escena, hizo alardes de subrayar el sentimiento con buena técnica y efectos, aunque el peso dramático quedó algo desplazado. No obstante hubo transparencia y sensibilidad y un buen sustento orquestal en cuerda y continuo. La fiesta continúa, merece la pena.