Ataque en el corazón de Bagdad.
Al menos 120 muertos por un camión bomba en un barrio comercial de Bagdad
El Estado Islámico se atribuyó ayer los atentados en zonas comerciales de la capital iraquí que sembraron el pánico en las calles y provocaron más de un centenar de muertos y otros tantos heridos.
Cuando los vecinos del barrio de Qarrada hacían sus compras para festejar ayer el Aid al Fitr, con el que concluye el ramadán, un terrorista del Estado Islámico (EI) hizo estallar un camión refrigerado trufado de cargas explosivas y provocó una hecatombe de alrededor de 120 muertos y casi dos centenares de heridos, entre ellos varios niños.
La explosión tuvo lugar cerca del popular centro comercial Hadi, frecuentado por los chiíes. El barrio de Qarrada está también habitado por caldeos y por otros cristianos minoritarios, cuenta con restaurantes y cafeterías y había gozado de un estilo de vida más tolerante que en el resto de los barrios fortificados de Bagdad. Pasaron horas hasta que los bomberos pudieron sofocar los incendios en varios edificios de los aledaños.
En un mensaje difundido a través de las redes sociales, el portavoz del EI, Abu Mohamed al Adnani, de fe suní, había instado a sus partidarios a “convertir este mes sagrado del Ramadán en un mes de calamidades para todos los infieles, fuesen quienes fuesen”. El atentado de Qarrada fue inmediatamente reivindicado por el grupo terrorista, que se ha enorgullecido de “haber atacado una aglomeración de idólatras”.
Ha sido el atentado más mortífero del año y es la venganza del EI después de que la pasada semana el ejército regular y sus aliados de las milicias chiíes les derrotaran y expulsaran de Faluya, que ha sido la ciudad rebelde de los yihadistas desde la época de la guerra norteamericana contra Sadam Husein, en el 2003.
Este atentado se produce también después de que el Pentágono hubiese anunciado la muerte de dos dirigentes del EI, Sultan al Bajari, considerado su ministro de la guerra, y Talib al Hamduni, comandante militar de Mosul. El Pentágono cree que con su muerte se despeja el camino para la reconquista de Mosul por las fuerzas militares iraquíes apoyadas por la coalición internacional.
Cuando el primer ministro iraquí, Haider al Abadi, visitó ayer Qarrada, los encolerizados vecinos del barrio le abuchearon y le trataron de “perro” y “traidor”. Le echaban en cara la ineficacia de los servicios estatales de seguridad. Esta constante actividad terrorista –otro gran atentado en Bagdad el pasado 17 de mayo dejó 50 muertos– pone de relieve la incapacidad del Gobierno para establecer medidas de control en los barrios de la capital, pese a la ayuda dispensada por la coalición internacional que dirige Estados Unidos. La opinión publica iraquí pone en entredicho la eficacia de los detectores de explosivos, de los puestos de vigilancia en las calles y en los alrededores de la capital, de la identificación de los transeúntes y del registro de los vehículos.
Si bien Faluya, de población suní, fue liberada el pasado 26 de mayo, tras dos años de ocupación yihadista, su conquista no podrá borrar fácilmente las profundas cicatrices de sus habitantes bajo el dominio del Estado Islámico ni los posteriores sufrimientos provocados por las fuerzas gubernamentales. Sus habitantes han padecido en pocos años a los militares estadounidenses, los milicianos de Al Qaeda y del EI, y el asedio del ejército iraquí. La presencia de milicianos chiíes entre sus filas puede fomentar los enfrentamientos confesionales de suníes y chiíes.
A medida que los yihadistas tengan que retirarse, derrotados, de los campos de batalla, aumentará su lucha del terror, atacando Bagdad y otras ciudades. Más difícil que ganar militarmente la guerra será alcanzar una victoria ideológica que desarme a los yihadistas, entregados en cuerpo y alma a su bárbara cruzada.
La población recibe al primer ministro Al Abadi con insultos por la ineficacia de los servicios de seguridad