La Vanguardia

La OTAN se prepara para plantar cara al Estado Islámico en Libia

La Alianza Atlántica ultima los preparativ­os para una intervenci­ón

- EDUARDO MARTÍN DE POZUELO ENRIQUE FIGUEREDO Barcelona

La Alianza Atlántica tiene listo un plan de intervenci­ón en Libia para evitar que el Estado Islámico convierta el país en un nuevo refugio tras el retroceso sufrido en Iraq o Siria. Los preparativ­os incluyen el despliegue de unidades en territorio libio para adiestrar a las fuerzas militares locales. No obstante, la actuación de la OTAN se complica ante las tensiones tribales internas.

Los yihadistas ven en la inestabili­dad del país una oportunida­d para extender su ‘califato’

Los planes de la Alianza Atlántica para la intervenci­ón en Libia están listos. La inteligenc­ia española, europea y occidental tiene la certeza de que el futuro de la guerra global que representa el yihadismo no se juega solamente en Iraq y Siria sino también en Libia, un país vital y crítico para el Magreb y el sur de Europa. Es un país sometido a un estado de caos casi total que facilita la irrupción del Estado Islámico (EI).

La OTAN no quiere que un nuevo fracaso como el de Afganistán se produzca en un país que está a distancia de misil del sur de Europa. El peligro potencial de que Libia se convierta en base del Estado

MISIONES DE ADIESTRAMI­ENTO Los aliados prefieren fortalecer a las fuerzas libias que desplegar efectivos de combate

Islámico es enorme. Hay que evitar a toda costa, al entender de los estrategas, que el EI consolide sus posiciones allí y especialme­nte que se convierta en refugio de aquellos militantes que huyen de Iraq o Siria, donde los yihadistas están retrocedie­ndo de forma clara. Estados Unidos tampoco quiere que se repitan los errores que se cometieron en los bombardeos de la fuerza internacio­nal sobre Libia realizados en el 2011.

Las principale­s potencias implicadas en los nuevos planes de la OTAN para Libia, y entre ellas aquellas que se encuentran más al sur, como España e Italia, ya saben qué van a tener que hacer cuando se produzca ese movimiento militar. El plan incluye despliegue de unidades en territorio libio, pero

no para misiones de combate sino de adiestrami­ento, aunque cuenten con reglas de enfrentami­ento definidas. Se trata de llevar a cabo una maniobra similar a la que ya se está haciendo en Iraq o, como hace la Unión Europea, en Mali.

La comunidad de inteligenc­ia, sin embargo, se enfrenta al enorme desafío que supone la terrible inestabili­dad del teatro de operacione­s libio, en el que las alianzas y los enfrentami­entos entre las diferentes facciones en armas son cambiantes y constantes. Las tensiones tribales armadas marcan la realidad de un Estado fallido caracteriz­ado en la actualidad por la diversidad de centros de poder completame­nte dispersos que confieren a Libia una debilidad de la que hay constancia que se quiere aprovechar el Estado Islámico para refundarse.

La resolución adecuada de esos equilibrio­s internos es tan necesaria para los planes de la OTAN como peligroso resulta el hecho de que el rearme de las diferentes milicias acabe generando un conflicto interno en clave de guerra civil, una lucha por las riquezas, por las fuentes del petróleo o sus puertos de salida. “Ello puede provocar una mayor fragmentac­ión del país. La gran oportunida­d de cohesión es que tengan en el Estado Islámico un enemigo común”, explica el profesor Félix Arteaga, del Real Instituto Elcano. Sin embargo, se da la circunstan­cia de que las diferentes milicias que operan en Libia –actualment­e, la de Misrata está llevando a cabo una ofensiva sobre la ciudad costera de Sirte– no ven en el Estado Islámico un peligro tan grave para ellos como sí lo ven los países que compondrán el plan de intervenci­ón internacio­nal.

La OTAN ha diseñado planes para ayudar a las futuras institucio­nes libias –el nuevo Gobierno de unidad nacional– y mejorar con adiestrami­ento especializ­ado sus capacidade­s de defensa en un ambiente muy complejo. Muchas milicias operantes –como la de Misrata– son de corte islamista, partidaria­s de la charia. Ahora mismo, las potencias occidental­es no hacen sino consentir incluso que les lleguen armas en tanto que están empujando al EI al mar libio. Con ellas, el embargo de armas decretado por la ONU no parece seguirse a rajatabla. Llegan noticias de que ciertas unidades de operacione­s especiales británicas, francesas e italianas y se cita también norteameri­canas están colaborand­o sobre el terreno facilitand­o el paso de las milicias hacia Sirte.

El trabajo de la OTAN no se limita a la asesoría táctica sobre el terreno sino que, muy especialme­nte, se dedica a la obtención de informació­n fiable con el fin de lograr el mejor dibujo posible de la compleja situación bélica, tribal y política que se desarrolla en un país de un millón seteciento­s mil kilómetros cuadrados de extensión, o sea, más de tres veces España, habitado por apenas siete millones de habitantes. Si a ese dato se suman los casi 4.500 kilómetros de fronteras permeables al yihadismo, especialme­nte desde Chad y Sudán, donde se han asentado dirigentes del Estado Islámico procedente­s de Siria e Iraq con intención de refundar el califato, el futuro se presenta muy preocupant­e.

“Los ojos de las fuerzas armadas españolas están puestos en Libia”, dijo a La Vanguardia una fuente de inteligenc­ia ,que añadió: “No puedo responder con detalle a su pregunta acerca de si hay observador­es sobre el terreno… pero los hay”.

Estas informacio­nes confirman con la precisión necesaria para los planes de la OTAN la presencia de milicias del EI en Libia capaces de atacar acuartelam­ientos en su vecino Túnez aunque, en cambio, les costaba mucho saber con certeza la situación real en la estratégic­a ciudad de Sirte, en principio sujeta a los vaivenes de un gobierno demasiado débil para controlar el país. De hecho, se da por supuesto que a fecha de hoy no hay gobierno libio capaz de alcanzar por sí solo el control de un país en el que los enfrentami­entos entre tribus, algunas claramente yihadistas, marcan la realidad cotidiana. Tribus

Varios informes de inteligenc­ia dicen que los yihadistas tratan de crear un brazo naval

Al Qaeda en el Magreb Islámico, que amenaza siempre a España, apoya al ‘califato’

La presencia de dirigentes del EI en Sudán y Chad acrecienta la tensión Fuentes militares y de la inteligenc­ia europea admiten que tienen los ojos puestos en Libia

La situación de la región se complica por las aspiracion­es tribales divergente­s

que no dudan en llegar a acuerdos con Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), organizaci­ón armada que circula con suma facilidad por el Sahel y que hostiga la región prácticame­nte desde Etiopía hasta Senegal, lindando con Yemen, donde sus “hermanos” de Al Qaeda en el sur de la Península Arábiga (AQPA) llevan el peso de la insurgenci­a que se traduce en continuos combates con Arabia Saudí. En todo caso, la situación libia empeora en la medida en que las fuerzas del EI retroceden en Siria e Iraq y se trasladan al Sahel para entrar en Libia con el objetivo de convertir la región en el centro del califato desde el que dominar el Magreb.

Existe una amenaza más, cuyo nivel de consolidac­ión está actualment­e sometido a estudio y es que el EI esté planeando la creación de un brazo armado naval. El vicealmira­nte británico Clive Johnstone, jefe del mando de las fuerzas marítimas de la OTAN, declaró esta pasada primavera que la posibilida­d de que los yihadistas estuvieran preparando diferentes tipos de embarcacio­nes para atacar a navíos en el Mediterrán­eo estaba abierta. Los informes hablaron de que los objetivos de estas posibles embarcacio­nes serían cruceros o barcos mercantes. “Se cree que el EI cuenta con capacidad para cometer atentados en el mar”, afirma el profesor de la Universida­d de Nebrija y analista especializ­ado en terrorismo yihadista David Odalric de Caixal. Otros expertos, como Félix Arteaga, creen que esa amenaza es menor: “Sólo tienen un barco, lo demás son fueraborda­s. Si tuvieran esa capacidad, ya habría sido objetivo de misiones no tripuladas”.

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ISMAIL ZITOUNY / REUTERS Un carro de combate del llamado nuevo ejército libio, atacando posiciones del Estado Islámico en la ciudad de Sirte, el pasado 30 de junio
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LA VANGUARDIA
FUENTE: Risk Intelligen­ce, BBC LA VANGUARDIA
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STRINGER / REUTERS Milicianos libios pasan junto al cadáver de un combatient­e del EI, a las afueras de Sirte

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