Que lo haga otro
PSOE y PNV se echan uno al otro la responsabilidad de apoyar a Mariano Rajoy.
Después de las elecciones de diciembre, el Partido Nacionalista Vasco (PNV) optó por apoyarse en la barra y esperar a ver si les gustaba la música de la investidura. La falta de acuerdo entre los grandes partidos estatales hizo que no acabara saliendo a la pista de baile. Ahora los nacionalistas intentan repetir la estrategia y sacudirse la presión de encima señalando al PSOE como el principal encargado de garantizar la estabilidad en España.
“No creo que la pelota tenga que estar en la azotea del PNV”, afirmaba ayer el lehendakari, Iñigo Urkullu, en una entrevista en El Diario Vasco. El presidente autonómico, que hoy viaja a Madrid para impartir una conferencia, cree que primero tienen que mover pieza populares y socialistas con una premisa ineludible: no hay una alternativa fuerte a un gobierno del PP. Sobre la posibilidad de que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias intentaran un pacto de progreso –la fórmula preferida por los ciudadanos de Euskadi, según las encuestas–, admite que es “muy difícil” si se tienen en cuenta los resultados de las dos formaciones el 26-J. Por lo tanto, las salidas al laberinto político español se estrechan, ya que el sí de los nacionalistas vascos a la investidura de Rajoy parece, hoy por hoy, improbable. Votar al lado de Ciudadanos (C’s) y de Coalición Canaria para desbloquear la situación en favor de los populares no es un escenario que esté sobre la mesa en Sabin Etxea. De hecho, fuentes peneuvistas recuerdan que es Albert Rivera quien veta un acuerdo del cual formen parte también ellos. La distancia en cuestiones esenciales como el concierto económico, que el partido naranja cuestiona, hace que entre unos y otros no haya una interlocución estable. La convocatoria de elecciones en Euskadi para octubre todavía aleja más las fotografías de mal digerir para su electorado.
Con este paisaje de fondo, el PNV da por hecho que sólo Sánchez tiene la clave para salir de la encrucijada con una abstención in extremis. “La estabilidad nos interesa a todos”, admiten en la ejecutiva del partido para subrayar que nadie se puede permitir el coste de unas terceras elecciones. Según su análisis, en el momento actual los diferentes grupos parlamentarios intentan gestionar las propias “contradicciones” para permitir que haya un nuevo ejecutivo sin traicionar las promesas hechas en campaña. El lehendakari espera que “a finales de julio el panorama esté despejado”.
Mientras tanto, los de Urkullu aprovechan este compás de espera para encarecer el precio de sus votos en caso de que Rajoy quiera su abstención o el apoyo puntual en una legislatura que, sin duda, exigirá diálogo constante. Los populares vascos ya han hecho evidente, los últimos días, el interés por contar con su aval a la investidura aunque no sea aritméticamente necesario. El razonamiento del equipo que preside el ministro de Sanidad en funciones, Alfonso Alonso, es que hay que aprovechar el marco actual para incorporar el nacionalismo
El PP vasco está muy interesado en incorporar el nacionalismo moderado del PNV Los dirigentes nacionalistas no pasan por alto las malas relaciones con el Gobierno de Rajoy
moderado al proyecto de Estado. Su razonamiento, mirando de reojo Catalunya, es que en un contexto de inestabilidad quien acaba pescando en las aguas revueltas son formaciones rupturistas como EH Bildu y Podemos, que en Euskadi ha sido primera fuerza.
El PNV no se cierra a hablar con quien les llame, pero, en público y en privado, no olvida las malas relaciones que ha tenido con Rajoy durante los últimos cuatro años y los litigios constantes en el Tribunal Constitucional. De aquí bebe el escepticismo para poder llegar a acuerdos de fondo con el PP, una realidad que pesa más que el miedo a una nueva cita con las urnas en otoño. El lehendakari avisa de que, si los populares quieren demostrar de verdad un cambio de actitud, lo primero que tienen que hacer es cumplir el desarrollo del Estatuto de Gernika y transferir las 24 competencias que todavía están pendientes. El futuro de la industria y la garantía de la llegada de la alta velocidad en el 2019 son otros elementos que conforman la llamada agenda vasca y que, previsiblemente, estarán sobre la mesa en los próximos meses. A partir de aquí, espera que la legislatura que empezará, sin mayoría absoluta, sea la oportunidad para “refundar el modelo de Estado plurinacional”. Su oferta a los vascos pasa por un encaje bilateral de Euskadi en España y el reconocimiento del derecho a decidir. La propuesta final que se enviará a Madrid, sin embargo, tiene que salir del consenso entre los grupos del Parlamento de Vitoria. El PNV quiere que en el acuerdo final estén partidos que no son soberanistas y que tengan “alguna responsabilidad a nivel de Estado”. Todo apunta que en la negociación de este nuevo ‘estatus’ político tendrá un papel clave Podemos, que ayer analizó los resultados del 26-J.
La cúpula de la formación morada cree que su triunfo en Euskadi demuestra que no son “flor de un día” sino que hay un cambio “profundo” en el País Vasco que les hace ser optimistas de cara a las autonómicas. De hecho, subrayan que tienen un voto propio ya que su comportamiento electoral no depende, como se ha comprobado, de la salud de Podemos en el resto del Estado. Ahora una de sus prioridades será encontrar a un candidato a lehendakari, después del no de la juez Garbiñe Biurrun. Podemos confía en tener un nombre de la sociedad civil que se haya sometido a primarias a finales de agosto, cuando se tienen que convocar las elecciones. Habrá que ver si para entonces la fotografía de Madrid condiciona, de alguna manera, la de Euskadi.