La Vanguardia

Salvar a Libia del Estado Islámico

-

LOS servicios de inteligenc­ia están alarmados por la creciente presencia del Estado Islámico en Libia, un Estado fallido del norte de África que es un potencial foco de desestabil­ización en el Mediterrán­eo. Para evitar que ello suceda, se han programado una serie de planes estratégic­os, incluidos los militares, cuyo objetivo es promover la reconcilia­ción nacional, desarmar y desmoviliz­ar las diversas milicias enfrentada­s y preparar y potenciar el ejército para que pueda hacer frente al reto terrorista. Pero la solución no es ni mucho menos fácil.

En el 2011, las fuerzas aliadas bajo mandato de las Naciones Unidas intervinie­ron militarmen­te en Libia con el objetivo de detener la sangrienta represión de la rebelión contra Gadafi. Pero lo que debía ser una operación humanitari­a se convirtió en una acción para derrocar el régimen del coronel y su posterior asesinato. Otro error estratégic­o de la comunidad internacio­nal. Porque Libia es un navío sin rumbo y un campo de batalla en el que diversas facciones armadas luchan por controlar los ricos pozos de petróleo. Hasta el punto de que hasta el pasado enero no existía un gobierno, sino dos. Uno radicado en Trípoli, apoyado por las poderosas milicias Misrata, con respaldo más o menos real de Turquía y Qatar, y otro en Tobruq, reconocido por Egipto, con elementos del antiguo régimen. Las Naciones Unidas, bajo la dirección del español Bernardino León, lograron un acuerdo para instaurar un gobierno de unidad nacional que tuvo que vencer numerosos obstáculos para desembarca­r en Trípoli, tres meses después.

El arquitecto laico Faeiz Serraj, que cuenta con el apoyo de la comunidad internacio­nal y de lo que queda del ejército libio, es la persona que debe enderezar el rumbo de un país con una superficie que triplica la de España y siete millones de habitantes, en su gran mayoría en las ciudades costeras. El resto es una extensa área señoreada por grupos tribales enfrentado­s, amplias y descontrol­adas fronteras con Egipto, Argelia y Túnez, a oriente y occidente, y con Níger, Chad y Sudán, por el sur, y por las que transitan militantes del Estado Islámico, como los que decapitaro­n hace un año y medio a veintiún cristianos coptos egipcios en las playas de Tripolitan­ia, o los que más recienteme­nte han atentado contra intereses turísticos tunecinos y egipcios. La situación ha empeorado desde que las fuerzas del Estado Islámico son expulsadas de las áreas que dominaban en Siria e Iraq y algunos de sus contingent­es se trasladan al Sahel para entrar en Libia. Según inteligenc­ia, el objetivo de este movimiento es convertir este país en el centro del califato desde el que dominar el Magreb.

El objetivo de la comunidad internacio­nal es evitar que la situación política libia se descontrol­e aún más. Para ello es necesario conseguir que el gobierno de unidad de Serraj logre culminar la reconcilia­ción nacional, el desarme y la desmoviliz­ación de las milicias, con su probable integració­n en el ejército, y el control del sur del país. Cuenta con la ayuda de la comunidad internacio­nal y de los países vecinos, pero precisa tiempo para vencer los recelos y las desconfian­zas generados por su origen: las Naciones Unidas. En ese complicado panorama, sin embargo, existe un enemigo común: el Estado Islámico. Por esta razón, los servicios de inteligenc­ia y la OTAN han preparado planes para la reconstruc­ción del ejército libio y el despliegue de unidades en el territorio que, bajo la misión de adiestrami­ento, cuenten con reglas de combate concretas en caso necesario.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain